FCB: Furia, cólera y bilis
Hablamos de un equipo que está en el primer año de su...
Sí, amigos, desnúdense muy a lo loco, que son nueve semanas y media. No sean tímidos ni esperen a la canícula, ni me vengan con el calendario que ya alguien ha contado por ustedes, y es primavera y no son ustedes ancianos de gayumbos hasta el tobillo. Nueve semanas y media hasta la final de Berlín, una final a la que quién sabe si llegaremos, pero que sólo con imaginarla nos afloja los intestinos y reorganiza los riegos sanguíneos.
Nueve semanas y media y los más jóvenes pueden hablar de anacondas y los más ochenteros de sudores, nervios y mareos; para los más ancianos dejamos las arritmias, las subidas de tensión y los temblores y dame otra azul, nena. Por todos los dioses, la Liga, acaba el 24 de mayo; la final de la Copa, que se celebrará en lo que algún día será conocido como el #EstadiLeoMessi, el siguiente fin de semana. Y Berlín, amigos, quién sabe si Berlín, ese redondo 6 del 6.
Nada se ha ganado, cierto, pero mucho queda atrás. El atiborre de los tiempos de Tito es un lejano recuerdo, el aburguesamiento de Tata saltó por los aires, las ganas de crucificar al borde de Luis Enrique también. Ahora es otro tiempo, una era de forajidos y Harley Davidsons con todo el magnífico Oeste por conquistar. Ahora tenemos hambre, a un Rakitic que a cada suplencia se quiere morir, a dos porterazos hipercompetitivos, varios elementos resurrectos, a una Kim Basinger que fuma y mastica tabaco y escupe marrón y le gana balones aéreos a Ramos. Tenemos, sobre todo, ese hambre de siglos, la que nos hizo dejar por el camino a los petrodólares del City y a La Banda, a la mejor Banda, con sólo cuatro días de diferencia.
Tenemos hambre y calor y nos arrancamos las ropas, porque son nueve semanas y media y porque sabemos que podemos perderlo todo, pero llegamos lanzados a esa final de Copa, líderes con cuatro puntos en la Liga, asustando en los cuartos de la madre de todas las competiciones. Y nos desnudamos porque somos como Luis Suárez, cuánto le costó arrancar pero a ver quién le frena ahora, 29 partidos, 14 goles, diez asistencias y un invierno de pasión.
Amigos, desnúdense, que Messi se ha hecho nuevos tatus, y ha engendrado de nuevo e hizo el partido que hizo contra La Banda con el pie como un melón. Quedan nueve semanas y media de estampida, de vértigos y alaridos. Ay, la primavera, y el Barça, y los calores, y el balón.
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