Masticar

Ya lo han visto: hemos superado el trauma del Tamudazo y encadenamos cuatro victorias consecutivas que nos dejan a hora y media de la Liga. Supondría el sexto título en ocho año y el octavo de La Bestia Parda, que igualaría así a Di Stéfano. Y eso en un tiempo en que en España se han sucedido equipos formidables como el Sevilla, el Atlético o el horror mourinhista, que han convertido al resto de competiciones europeas en campus para animadoras.

El ejercicio de solidez mental del Barça en estas últimas tres semanas es encomiable. Cuentan los que saben qué ocurre ahí dentro que la derrota europea fue un verdadero golpe. Mayor de lo que cabría imaginar, mayor del que sufrieron ustedes: llevaban todo el año trabajando con el objetivo de encadenar dos Ligas de Campeones y 15 días malos hundieron el invento. La Liga y la Copa, no nos engañemos, aparevía como un consuelo menor. Pero pese a todo, sin cambios en el once ni nuevas soluciones tácticas, el equipo siguió. La cosa recuerda al viejo adagio: «No me los puedo tragar, tampoco los puedo escupir. La única cosa que se puede hacer es seguir masticando».

En un escenario de miedos y paranoia absolutamente ochenteros, el parcial después de palmar con el Valencia es de 21-0. El mérito, a 90 minutos de agonía de conseguirlo, es grande, especialmente frente a dos rivales resucitados, más frescos de cabeza  e infinitamente más hambrientos.

Puede que esta temporada no pase a la historia de nuestras favoritas, así de bien acostumbrados estamos. Pero el ejercicio de profesionalidad de este esprint final bien habría que recordarlo, porque tiene más mérito que muchas conquistas gloriosas. Por lo demás, amigos, Cruyff se merece un verdadero homenaje, y ganar la Liga en el último instante con La Banda por rival, eso ya empieza a estar a la altura.

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