FCB: Furia, cólera y bilis
Hablamos de un equipo que está en el primer año de su...
«No debe pasarse por alto el reprochable comportamiento que muestran algunos jugadores del F.C. Barcelona al dirigirse con ciertos gestos y expresiones hacia el público durante la celebración del gol que acababan de anotar. Tampoco constituye precisamente un ejemplo de deportividad la exagerada reacción de algunos jugadores del referido club que, sin haberles llegado a alcanzar ninguna botella, simulan o fingen de forma simultánea haber sido golpeados igualmente por un objeto mucho más contundente que la botella que alcanza a uno solo de ellos. Ni unos ni otros hechos deberían acontecer en una competición deportiva, en la que debería imperar en todo momento el recíproco respeto y buena lid entre jugadores y aficionados (…) Ello es así, en primer lugar, por cuanto que el referido comportamiento poco ejemplar de algunos jugadores del F.C. Barcelona les descalifica y ridiculiza por sí solos».
Comité de Competición
La competición está adulterada, que decía don Jesús Gil, líder e icono de la España vetusta, corrupta, poco higienizada y convenientemente facha. Disculpen que les salga con éstas tantos días después, cuando ya podríamos comentar el ochentero partido del sábado, resuelto con 1-0, obra de Amarilla, bajo la atenta mirada de Venables y Núñez, y en un partido en que la gran estrella del equipo, Archibald, no brilló como en otras citas. Podríamos hablar también de esos compromisarios ochaíticos que remugan al oír el nombre de Guardiola y Cruyff y aplauden como un solo hombre al escucharse el nombre del sobornador de funcionarios públicos. Pero no, amigos.
Si hay una indignación que no logramos superar es la de ese Comité de Competición increpando a los futbolistas del Barça por lo ocurrido en Mestalla. En este agujero nos la traen al pairo los «ejemplos de deportividad», y los «recíprocos respetos», y por supuesto las «buenas lides». El fútbol profesional, desengáñense, no es cosa de misioneros repartiendo oraciones y estampitas a los buenos salvajes. Fútbol profesional: una expresión bélica de primer orden. Qué pereza escuchar a la buena gente de esos comités hacer valoraciones propias de monaguillos de pueblo.
Sinceramente, a nosotros nos molaba más el Comité cuando, tras el culmen de la uberviolencia que fue La Banda de Mourinho en aquella Supercopa en el Camp Nou, zanjó el asunto con dos partidos de sanción a Mourinho y uno a Tito Vilanova -por no tener la esclerótica limpia, se entendió entonces-. Nos molaba más la Federación cuando aparecía Villar para amnistiar a Mourinho y Vilanova de modo que no cumplieron ningún partido por la acción más antideportiva de la historia de los banquillos. Aquello era bien. Fue considerada una falta leve: de nuevo, bien. Y la multa impuesta fue de 600 euros: mejor.
Preferimos mil veces ese fútbol a ese otro de ahora, en que aparece Tebas, cabestro predemocrático, diciendo que no le gustó lo que hicieron los futbolistas del Barça ante la barbarie valencianista, afirmando que habría sentido «vergüenza» de fingir como los azulgrana. Con perdón, y recordando que éste es un foro para mayores de 18 años: estamos a favor del fingimiento, del botellazo, de la celebración enloquecida de La Bestia y de los cierres de los estadios. Estamos a favor del fútbol, de la vida y de nuestra condición de mamíferos territoriales. Lo que ya no nos gusta tanto son los curitas, las chapas y los comentarios morales en una actividad tan prototípicamente ancestral y cafre como es el fútbol de elite.
A nosotros nos gustaba ver a Pepe agerdir 12 veces en un solo partido a Messi. Nos gustaba ver a Ramos acabar expulsado cada vez que jugaba contra el Barça por su afición a los patadones a la altura del fémur. Nos gustaba que Mourinho convirtiera cada rueda de prensa en una incitación a la violencia y nos gustaba ver a la Meseta Media Corp. rebuscar en los vídeos para dar con una imagen de Busquets increpando a un rival tras dos docenas de provocaciones y agresiones previas.
A nosotros, en definitiva, nos gusta, nos place, que nadie sepa quién gana el premio a la deportividad de la Federación Española, como nos gusta que nadie haya celebrado las seis conquistas consecutivas que atesora el Barça en esta cosa absurda del fair-play. Nos hace felices que los organismos criptomadridistas pierdan el oremus y salgan ahora con la corrección y los valorts. Nos llena imaginar con qué caras se acuestan al recordar que, sin dar un palo, el odiado Barça ha ganado seis de las últimas ocho Ligas. Lo decía Gil: la competición está adulterada. Añadimos nosotros: lo está, en efecto, y ni así pueden con este Barça. Que viva la competición y que vivan sus adúlteros.
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