Es la jornada 12 y el Barça acumula cuatro empates. Victorias de prestigio, contra rivales decentes, ninguna. Y por más que uno agudice su sentido arácnido culé (a saber, el derrotismo, la exageración y la paranoia), no encuentra rastro de aburguesamiento en este equipo.
Los puntos cedidos tienen otra explicación. Anoeta: Fontàs, catastrófico. Valencia: Mascherano y Abidal, chés de honor. Sevilla, La Bestia Parda, que falló un penalti. Anoche, otra vez Mascherano y Abidal. Excepto el accidente de Messi, en todos los casos se trata de la ineptitud puntual de nuestra defensa, principal responsable de que el que tal vez es el mejor equipo de la historia, con el mejor jugador de siempre, motivado y hambriento, esté tres puntos por detrás de La Banda de los Altintops. La zaga, por cierto, ya se cubrió de gloria en agosto en la Supercopa que ganamos a La Banda y en el empate europeo contra el Milan.
Puede argumentarse que anoche faltó suerte, que Iniesta falló dos, Adriano, otra, y Villa, cómo no, pero la realidad es que al Barça, este año, se le sopla y es gol. Por esa razón el equipo de Guardiola no le ha ganado aún a nadie. Por esa razón parece un abusón de patio de colegio, La Banda de otras temporadas, que golea a los débiles y fracasa con los no tan débiles.
En la sombría mañana de lunes lluvioso que se avecina pueden repasar el partidazo del Barça de centro del campo hacia adelante y verán cómo la depresión se transforma en furia vengadora: habrán comprendido que son víctimas de una conspiración.
Firmo Albert Martín y nací en Barcelona en 1980. A los cuatro años hablaba de fútbol y estoy atado a las miserias de este equipo desde 1987; los insultos de mi padre y mi tío a once tíos de azulgrana que perdieron 1-2 ante el Sabadell me hicieron 'culer'. Recuerdo confusamente que un día llegó Cruyff y convirtió el suplicio en arte y aquel club oxidado en hoguera de vanidades. En plena pesadilla gaspartiana vi desde Lisboa un Madrid-Barça que La Banda ganó 2-0 con gol de Judas. Luego murió Kubala y comprendí que había llegado la hora de hacerme socio. Para entonces ya sólo podía ser periodista y me acogieron en 'El Mundo', donde publiqué 'El callejón del ocho'. Después me fui a 'Público'. Durante décadas, el Barça implicó lágrimas, culo prieto y miedo a cruzarse con un kiosco. Pero nos quedaba una profecía por cumplir y se sucedieron Ronaldinho, Xavi y Messi para aclarar que éramos 'foda'. Un día de invierno me encontré con que mi Caverna había sobrevivido a mi diario y perdí ciertas vergüenzas: no me importa ya reconocer que sueño fútbol casi todas las noches.
Postdata: Aún tiro caños y no olvido una cosa que escribió Hornby: "La única diferencia que hay entre ellos y yo estriba en que yo he invertido más horas, más años, más décadas que ellos, y por eso comprendo mejor qué sucedió aquella tarde".
14 Comentarios
You must be logged in to post a comment Login