FCB: Furia, cólera y bilis
Hablamos de un equipo que está en el primer año de su...
Decía Magic Johnson que el secreto de sus asistencias estaba en la mirada, ahí escondía su veneno. Aseguran los psicólogos especializados en atención de traumas -accidentes y catástrofes naturales, por ejemplo- que los casos son menos graves cuando la víctima no ha visto los hechos. Y ya conocen la historia de Orfeo, que no logró sacar a Eurídice del país de los muertos porque no pudo evitar mirarla.
En fútbol, mirar demasiado también es fuente de catástrofes. Ninguna tan clamorosa y habitual como la de seguir con la vista un pase en vez de perseguir a este jugador. En el que tal vez es el mejor gol del Barça esta temporada, Messi se benefició en tres ocasiones del efecto hipnótico que tiene el balón: Musacchio, dorsal 4 del Villarreal, mira el envío en dos ocasiones en vez de perseguir u obstaculizar a la Bestia Parda. Luego, Capdevila (11) hace lo propio. Y Messi firma una obra de arte.
Los efectos devastadores de la mirada de Orfeo se aprecian todos los fines de semana en todos los campos del mundo, desde las pachangas de niños hasta los profesionales, pasando por los cenagales de regional. ¿Quiere eso decir que los defensas son idiotas? Sólo un poco. Principalmente demuestra que para cualquier individuo sano entre los tres meses y los 105 años de edad, un balón en movimiento es un fenómeno irresistible.
PD. Perdonen la digresión… ¿Cuándo demonios vamos al Bernabéu?
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