Blanco impoluto

Los míos, aunque rebuznen

4 mayo , 2011

 

Ustedes habrán visto las delictivas portadas de las biblias madridistas tras el bandicidio. «Pareció un accidente», decía As, aludiendo a los procederes mafiosos. «Era misión imposible», bramaba el Marca, sobre un Casillas que hacía el gesto de «qué cara». Los altavoces bandófilos seguían el mismo patrón que durante el resto de Clásicos: prohibido hablar de fútbol, sólo el árbitro estuvo sobre el Camp Nou.

 
 

Servidora se molestó en buscar qué decían estos mismos diarios tras la exhibición de juego sucio de Holanda en la última final del Mundial. Auténticas perlas en Marca: «Ayer fue un día grandísimo. No ya porque España se proclamara campeón del mundo, sino también porque el fútbol se impuso a las patadas. La técnica a la fuerza, la imaginación a la especulación. Ganó el único que podía ganar». Y también: «Esta Holanda finalista, pero cicatera y marrullera, que mereció el castigo de la derrota». Y esto: «Por fin una expulsión». Y esto más: «El plan intimidatorio de Holanda le rindió beneficios». Etcétera.

 
 

En el As del ecche homo, en idéntica fecha se decían cosas como ésta. «En el museo de los horrores habrá que guardar la patada de De Jong a Xabi Alonso (…). Van Bommel, como suele, fue más sutil en las agresiones, pero las señales de sus patadas dibujarán, a buen seguro, un bonito mapa de Sudáfrica». Y esto otro: «Nos encontramos ante la confirmación de un estilo que engrandece este deporte permanentemente amenazado por especuladores y cerrajeros». Y aún más: «Incapaz de plantar cara con el fútbol abierto, Holanda se empeñó en una tarea de acoso y derribo impropia de una camiseta como la suya. Sólo la permisividad del árbitro hizo posible que terminara el tiempo reglamentario con los once jugadores».

 
 

Luego está lo del Tito Floren, a quien sólo José María García adjetiva con la gracia debida. Antes del Clásico, manifestó lo siguiente: «Sólo quiero disfrutar. Quiero ganar los cuatro clásicos dando espectáculo». En la presentación de Mourinho también se enfangó lo suyo: «El juego del Madrid es ganar dando espectáculo. Ha sido así a lo largo de su historia y lo va a ser con Mourinho (…). Este club busca permanentemente la excelencia».

 
 

No merece la pena debatir si estamos ante casos flagrantes de daltonismo esquizofrénico, Alzhéimer galopante o demencia sobrevenida. Seguramente todo responde a algo mucho más sencillo, a ese lema cerril que gobierna a los sinvergüenzas y reza así: «Los míos, aunque rebuznen».

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