«Los delanteros ganan partidos, los defensas, campeonatos». La máxima es de Valdano, un hombre convencido de que es en tareas defensivas donde se revela un bloque cuajado y maduro. En la alta competición, cualquier equipo con cierto presupuesto es capaz de dar espectáculo y lograr goleadas. Pero que nadie se equivoque: lo que hace el Barça en defensa no lo hace ningún otro equipo del mundo, por eso son los mejores.
Ya en verano podía uno intuir que era en el juego sin balón donde más quería trabajar Guardiola. De ahí que fichara a Chigrinski y Maxwell y sólo diera la baja a Cáceres. La verdad es que no es precisamente gracias a los refuerzos, pero el Barça lleva toda la temporada rozando la perfección en defensa. En Liga ha encajado sólo diez goles, una locura. En total, 18, los mejores registros de toda Europa con mucha diferencia (http://www.lavanguardia.es/deportes/noticias/20100131/53881261015/barsa-el-mejor-de-los-mejores.html).
Pese a todo, esta Caverna se propuso en su momento denunciar quiénes eran los culpables de los goles encajados, y aquí están los resultados. Cuesta reprocharles nada: son la única prueba de que este Barça es humano.
*Cada gol encajado vale un punto, en algunos casos hemos repartido el error entre dos jugadores. Para otras dudas, pueden consultar el sistema de recuento a esta pareja de expertos en cataclismos defensivos: http://francislz.files.wordpress.com/2007/08/marquez.jpg.
Firmo Albert Martín y nací en Barcelona en 1980. A los cuatro años hablaba de fútbol y estoy atado a las miserias de este equipo desde 1987; los insultos de mi padre y mi tío a once tíos de azulgrana que perdieron 1-2 ante el Sabadell me hicieron 'culer'. Recuerdo confusamente que un día llegó Cruyff y convirtió el suplicio en arte y aquel club oxidado en hoguera de vanidades. En plena pesadilla gaspartiana vi desde Lisboa un Madrid-Barça que La Banda ganó 2-0 con gol de Judas. Luego murió Kubala y comprendí que había llegado la hora de hacerme socio. Para entonces ya sólo podía ser periodista y me acogieron en 'El Mundo', donde publiqué 'El callejón del ocho'. Después me fui a 'Público'. Durante décadas, el Barça implicó lágrimas, culo prieto y miedo a cruzarse con un kiosco. Pero nos quedaba una profecía por cumplir y se sucedieron Ronaldinho, Xavi y Messi para aclarar que éramos 'foda'. Un día de invierno me encontré con que mi Caverna había sobrevivido a mi diario y perdí ciertas vergüenzas: no me importa ya reconocer que sueño fútbol casi todas las noches.
Postdata: Aún tiro caños y no olvido una cosa que escribió Hornby: "La única diferencia que hay entre ellos y yo estriba en que yo he invertido más horas, más años, más décadas que ellos, y por eso comprendo mejor qué sucedió aquella tarde".
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