Hace ahora tres años que servidor cometió uno de sus cuatro grandes errores profesionales al escribir un artículo de opinión sobre las maquinaciones de Tamudo, De la Peña y Luis García en el vestuario del Espanyol: http://www.elmundo.es/papel/2006/10/06/catalunya/2034152.html.
Por la solvencia de las fuentes, el tema debería haber sido un reportaje, nunca un triste artículo. Como consecuencia de ello, los protagonistas de la trama llevan desde entonces negándose a ser entrevistados por mis antiguos compañeros de trabajo.
Veo con asombro que aquello se publicó un 6 de octubre de 2006, hace ya tres años. Aún sigo arrepentido. Sin embargo, resulta divertido ver cómo siguen todos metidos en ese mismo vestuario. Y además, con Pochettino en la trinchera de enfrente. Esta semana se ha sabido que Luis García, por defender a Tamudo, se encaró con un periodista. Y que el hombre que provocó al antibarcelonismo el orgasmo más grande jamás contado (http://www.as.com/futbol/articulo/tamudo-polvo-siglo/dasftb/20070610dasdaiftb_23/Tes?print=1) pide abandonar el club en diciembre. Cuando eso ocurra, eso será como un milagro para los pericos o filopericos que han visto su club secuestrado por el mejor delantero de su historia. Será una bendición para quienes tenían ganas de perderle de vista para siempre.
Los que dicen que el tiempo todo lo cura tienen razón. Quien escribió que el verano siempre llega, también. O eso espero.
Firmo Albert Martín y nací en Barcelona en 1980. A los cuatro años hablaba de fútbol y estoy atado a las miserias de este equipo desde 1987; los insultos de mi padre y mi tío a once tíos de azulgrana que perdieron 1-2 ante el Sabadell me hicieron 'culer'. Recuerdo confusamente que un día llegó Cruyff y convirtió el suplicio en arte y aquel club oxidado en hoguera de vanidades. En plena pesadilla gaspartiana vi desde Lisboa un Madrid-Barça que La Banda ganó 2-0 con gol de Judas. Luego murió Kubala y comprendí que había llegado la hora de hacerme socio. Para entonces ya sólo podía ser periodista y me acogieron en 'El Mundo', donde publiqué 'El callejón del ocho'. Después me fui a 'Público'. Durante décadas, el Barça implicó lágrimas, culo prieto y miedo a cruzarse con un kiosco. Pero nos quedaba una profecía por cumplir y se sucedieron Ronaldinho, Xavi y Messi para aclarar que éramos 'foda'. Un día de invierno me encontré con que mi Caverna había sobrevivido a mi diario y perdí ciertas vergüenzas: no me importa ya reconocer que sueño fútbol casi todas las noches.
Postdata: Aún tiro caños y no olvido una cosa que escribió Hornby: "La única diferencia que hay entre ellos y yo estriba en que yo he invertido más horas, más años, más décadas que ellos, y por eso comprendo mejor qué sucedió aquella tarde".
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