FCB: Furia, cólera y bilis
Hablamos de un equipo que está en el primer año de su...
Muchos se han desayunado hoy con unas frases de Bartomeu en que admite, ¡genio!, que podría ser que el caso Neymar haya perjudicado la imagen del club. Uno echa la vista atrás y se pregunta cómo es posible que ese señor, que por lo demás tiene cara de buena persona y afable sonrisa, siga siendo el presidente del Barça. No le votaron y era el número dos de Rosell, que consiguió envilecer el relato del club desde la cumbre de 2011 a la vergüenza del último año. Y si se fijan, el tío aparece en todas las fotos y en todos los contratos que acabaron con el Ungido.
Pero sin embargo, ahí sigue, en su cargo, tranquilo y al frente del club. La cosa sorprende: sobrevivió a la derrota en Mestalla contra La Banda en la final de Copa, sobrevivió a la impotencia de la Champions y también al naufragio, en casa, en la última jornada de Liga. El via crucis judicial que sufre el club por el asunto Neymar tampoco le arrastró. Y salió indemne cuando se marcharon un entrenador y un jugador -Tata y Sex- que tan bien explicaban lo que es para esta directiva el fútbol. Nada hubiera encajado mejor que ese tercer adiós para alegrarnos el verano.
Pero el tío sobrevive y los supervivientes siempre han sido gente peligrosa y merecedora de toda sospecha.
Procedamos, pues, a fijarnos en los que tuvieron al neonuñismo al borde del precipicio y no movieron un dedo cuando bastaba con medio meñique para acabar con la pesadilla. Benedito, ya lo sabrán ustedes, lleva años de road movie pateándose las peñas. Es un tuitero activo y a veces usa esos 140 caracteres para morder. Eso sí, llegado el momento, poco ha hecho por forzar la caída del régimen. Respetable: es bello alargar una precandidatura cuando uno sospecha que difícilmente ganará. Y Laporta, poquita cosa. Cuentan que no tiene decidida la reconquista del club, que la cosa tiene costes personales que no sabe si quiere volver a asumir. Respetable también: él, al menos, ya se arriesgó en su día y llevó al club a lo más alto; sufrió lo suyo. Por lo demás, tampoco Cruyff ha dicho «este tío es un vergüenzo» y Guardiola bastante tiene con su propio presidente. A algunos nos llama la atención que tras tantos años de guerra de guerrillas, tras tantos litros de veneno y tanta inquina por parte de los que estaban en el poder, en el momento clave nadie les diera un empujoncito.
Y uno piensa que tal vez hayan llegado a pactos, que tal vez las movidas judiciales entre unos y otros haya tenido algo que ver en esta súbita paz. Tal vez.
Pero como suben las canículas y mataríamos por un buen chaparrón y se nos deshidrata el cerebro, uno piensa aún otro poco y concluye que es raro que el gran fichaje del verano no hayan sido un par de centrales, hasta las abuelas más desdentadas saben que eran necesarios, ni tampoco un sustituto de Xavi, que aparecía como segunda prioridad en una plantilla desequilibrada. No: el fichaje del verano ha sido Suárez, delantero, que viene a mejorar lo que parecía inmejorable, dado que ya tenemos en esa parte del campo al mejor del mundo y a uno que tiene muchos números para serlo, además de Alexis y Pedro, que parecían dignos complementos. Ha sido Suárez y por una morterada que no pudimos abaratar ni con la broma de la sanción. Fue Suárez, a quien representa Pere Guardiola, hermano de su hermano y colaborador de otro insigne cruyffista como es Jaume Roures. Ésa fue la apuesta del Barça, de esta directiva tan nocivamente anticruyffista: ahí fueron los 81 millones. Insisto: uno mira a Bartomeu de presidente y siente que aquí hay algo que no cuadra.
Pero como les digo, serán las canículas y esta extraordinaria combinación de cervezas, vino tinto, tequila, gintónic y gimlets y aquella cosa maravillosa llamada combinado Pepe. Vivan las canículas, pues, vivan el vino y ese tridente, y viva nuestra eterna inocencia.
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