Juegan hoy Brasil contra Holanda y parece un gran momento para advertir contra la vieja mentira del excelso fútbol de estas selecciones. Pocos equipos mantienen el estilo a lo largo de los lustros, ya que eso depende de las dúctiles convicciones del entrenador de turno, de la paciencia de quien le da el cargo y de los futbolistas que tiene. El Brasil que en 1970 bordó el fútbol y la Holanda que cuatro años después lo revolucionó ya no existen. Han muerto de la mano del miedo y de gente como Dunga, que jamás olvidará esto, o el nefasto Van Basten entrenador.
Seguramente, lo fácil teniendo dinamita arriba es apostar por los trivotes y blindar la zaga. Cierto y respetable, como también lo es afirmar que para permanecer en la memoria balompédica del buen fútbol hay que renunciar a Melo o Van Bommel. Sólo dos peticiones antes del partidazo de hoy: la primera, que no mientan más, que Camacho entiende el espíritu de Brasil más que Sócrates. Y la segunda, que puestos a renunciar al espectáculo, se quiten las máscaras y cuajen un partido inolvidable como fue éste. Algunas recomendaciones: 2’50», 4’15», 4’25», 8’24» u 8’50». Bruce Lee versus Chuck Norris: que lo disfruten ustedes. [Gràcies, Torpedo!]
Firmo Albert Martín y nací en Barcelona en 1980. A los cuatro años hablaba de fútbol y estoy atado a las miserias de este equipo desde 1987; los insultos de mi padre y mi tío a once tíos de azulgrana que perdieron 1-2 ante el Sabadell me hicieron 'culer'. Recuerdo confusamente que un día llegó Cruyff y convirtió el suplicio en arte y aquel club oxidado en hoguera de vanidades. En plena pesadilla gaspartiana vi desde Lisboa un Madrid-Barça que La Banda ganó 2-0 con gol de Judas. Luego murió Kubala y comprendí que había llegado la hora de hacerme socio. Para entonces ya sólo podía ser periodista y me acogieron en 'El Mundo', donde publiqué 'El callejón del ocho'. Después me fui a 'Público'. Durante décadas, el Barça implicó lágrimas, culo prieto y miedo a cruzarse con un kiosco. Pero nos quedaba una profecía por cumplir y se sucedieron Ronaldinho, Xavi y Messi para aclarar que éramos 'foda'. Un día de invierno me encontré con que mi Caverna había sobrevivido a mi diario y perdí ciertas vergüenzas: no me importa ya reconocer que sueño fútbol casi todas las noches.
Postdata: Aún tiro caños y no olvido una cosa que escribió Hornby: "La única diferencia que hay entre ellos y yo estriba en que yo he invertido más horas, más años, más décadas que ellos, y por eso comprendo mejor qué sucedió aquella tarde".
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