Champions

Por sus pronósticos les conoceréis

11 marzo , 2013
1GradaCampnou

Finalmente llega el temido día en que un barcelonista tiene que salir del armario y mojarse. Y sorprende lo poco que nos gusta hacerlo, teniendo en cuenta que vivimos en un mundo en que el momento de máxima plenitud intelectual al que aspira el hombre libre es el de mandarle un SMS a su cuñado con las palabras «Qué te dije».

También en las predicciones demostramos ser un pueblo escindido. Décadas de rexachismo configuraron un club melodramático, depresivo y especialista en excusas, un club al servicio de un ejército de almas pesimistas. Muchos forjaron su educación sentimental en aquel tiempo oscuro y no vamos a replicarles; aún ven a Duckadam en sus noches negras y algunos incluso estuvieron ahí en la final de Berna. Pero el advenimiento del Fútbol a estos lares ha traído consigo 25 años en que han caído la mitad de ligas y un buen puñado de Champions, y eso, comprenderán, también marca mucho. La cuestión no es puramente generacional, el asunto es más complejo: de alguna forma, el signo de las predicciones que hacemos es el termómetro del castigo que nos ha infligido la vida, y ahí no siempre juega la edad.

Cuando llega una ocasión como la de mañana, es el momento de confrontar la solidez de los propios fantasmas con la de nuestros deseos salvajes de gloria. La certeza en ese 5-1 al Milan es pensar que sí, que un día te saldrá la mayonesa, y que llegará la milagrosa mañana en que la vecina del cuarto segunda repare en tu sonriente persona, y el milagroso lunes en que deje de sonar el despertador a las 6.15 porque el saldo de la hipoteca será un solitario cero, y que cualquier noche de éstas caerá una juerga como las de hace lustros.

Y por contra, proclamar que el Milan saldrá del Camp Nou con un 2-2 en el zurrón y bailes de extrarradio en las caderas también es prever que de esa entrevista de trabajo no nos llamarán ni de coña, que no pasaremos la ITV ni sobornando al mecánico, que este pinchazo en el costado traerá cola y asumir que tu hijo quinceañero, sin duda, lleva tiempo sisando tus pitillos a escondidas.

A estas alturas ustedes pueden preguntarse qué ambiente reina en La Caverna. No tengan la menor duda: aquí pensamos que si algo nos hemos ganado es el derecho a soñar, que al fin y al cabo ya está la vida para poner límite a nuestros delirios. Vecinita del cuarto segunda, no dudes de mis intenciones. ¿Acaso no ves con qué descaro meto barriga?

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