…La más pintoresca reunión que puedas imaginarte en todo París. ¿Quiénes son esos hombres? Obsérvalos. Hay de todo, de toda clase de profesiones, pero predominando la crápula. Ahí tienes a empleados: empleados de banco, de establecimientos, de ministerios, reporteros, chulos, militares de paisano, petimetes con frac que vienen a cenar al cabaret e irán a la Ópera antes de entrar en los Italianos; y aún quedan muchos hombres sospechosos que desafían todo análisis.
Bel Ami, Guy de Maupassant
Pues sí, ahí estaba esa farsa de quarterback llamado Beckham, Ibra, rey de los zíngaros, los tatuajes de potrero de Lavezzi. Estuvieron también Valdés y Alves, todo orgullo y saber competitivo; y dos monumentos como Messi y Xavi. Estaba, y aquí se le saltan las lágrimas de pura emoción al barcelonismo, un central que sí sabe hacer su trabajo: Thiago Silva. Y la omnipresente y maternal figura de Busquets.
Y goles en clamoroso fuera de juego, y Alexis siendo decisivo, la potra de Matuidi, las desgracias de las lesiones y el gafe de Fontàs, perdón, de Bartra. Ancelotti protestando un penalti clamoroso que regaló Tacconi y la convicción de que en la vuelta el PSG -¡el PSG!- chutará otras 12 veces a puerta.
Amigos, qué gran noche. Vivan los desfiles de delincuentes y la parranda. Vivan las risas y el zapateo al borde del abismo. Disfrútenlo, no todos los equipos y no todas las noches se tiene la suerte de pasar hora y media en una pintoresca y desgraciada reunión en París. Le llaman Champions y jamás de los jamases se parece a una plácida reunión social; le llaman Champions y le gusta vernos sufrir.
Firmo Albert Martín y nací en Barcelona en 1980. A los cuatro años hablaba de fútbol y estoy atado a las miserias de este equipo desde 1987; los insultos de mi padre y mi tío a once tíos de azulgrana que perdieron 1-2 ante el Sabadell me hicieron 'culer'. Recuerdo confusamente que un día llegó Cruyff y convirtió el suplicio en arte y aquel club oxidado en hoguera de vanidades. En plena pesadilla gaspartiana vi desde Lisboa un Madrid-Barça que La Banda ganó 2-0 con gol de Judas. Luego murió Kubala y comprendí que había llegado la hora de hacerme socio. Para entonces ya sólo podía ser periodista y me acogieron en 'El Mundo', donde publiqué 'El callejón del ocho'. Después me fui a 'Público'. Durante décadas, el Barça implicó lágrimas, culo prieto y miedo a cruzarse con un kiosco. Pero nos quedaba una profecía por cumplir y se sucedieron Ronaldinho, Xavi y Messi para aclarar que éramos 'foda'. Un día de invierno me encontré con que mi Caverna había sobrevivido a mi diario y perdí ciertas vergüenzas: no me importa ya reconocer que sueño fútbol casi todas las noches.
Postdata: Aún tiro caños y no olvido una cosa que escribió Hornby: "La única diferencia que hay entre ellos y yo estriba en que yo he invertido más horas, más años, más décadas que ellos, y por eso comprendo mejor qué sucedió aquella tarde".
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