Liga

En el naufragio

30 noviembre , 2016

Sí, amigos: la magnitud del baño de este domingo en Anoeta tuvo la virtud de transportarnos en el tiempo a la era de Serra Ferrer. Así de mal nos vimos, así de enorme fue la vergüenza experimentada ante un equipo con la décima parte del presupuesto del Barça y que fue capaz de quitarle el balón y recordarle cómo se juega a esto cuando el vestuario está convencido de la idea y no quiere ahorrarle esfuerzos al cuentakilómetros. El bochorno fue grecorromano y sólo empeoró con ese injustísimo punto arrancado con ayuda arbitral.

Sin embargo, uno no aparece aquí tarde y mal y a las tantas y atentando contra su familia para hacer de su miércoles un día peor. Hay algunas consideraciones positivas que uno puede rescatar del naufragio de Donosti. A saber:

  • El equipo toca fondo en un mes de noviembre, con todo lo importante por jugarse y vivo en todas las competiciones.
  • Comparando rival contra rival este año respecto al anterior, y a pesar de los desastres que muchos han denunciado, el balance es que este Barça queda un punto por encima del de entonces.
  • Es sabido que las Ligas se ganan con partidos sufridos y puntos injustos en noches destempladas; no vayamos a rasgarnos las vestiduras ante un mal día cuando todos los años los hay. Que un equipo sea sufrir siempre es cosa buena.
  • El bochorno de Anoeta llega en el mejor momento posible: justo antes de un partido ante La Banda que puede dejarnos muy lejos del título de Liga. Por supervivencia, orgullo y necesidad, uno puede pensar que el sábado se ganará y se cerrará la ya tradicional crisis postAnoeta.

Pero por encima de todo, y al margen de cicateros cálculos deportivos, la derrota ha dejado una gran lección positiva, un fermento para el optimismo: que preocupa más el mal fútbol que un mal resultado, y ese justamente era el camino y el legado que nos dejaron los más grandes. En estos días de pánico y catastrofismo, conviene imaginar los pensamientos que cruzan por la cabeza de Busquets, del peor Busquets que vieron los tiempos, conviene imaginar su orgullo maltrecho y sus instintos aguzados. San Sebastián fue un desastre, sí, y alguien pagará por ello. El sábado, no se equivoquen, hay una fiesta.

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