FCB: Furia, cólera y bilis
Hablamos de un equipo que está en el primer año de su...
Sin La Bestia, con cuatro puntos de ventaja y en octubre. Cuesta imaginar un marco menos estimulante para recibir al Mal CF en el Camp Nou. Siendo así la cosa, conviene tomarse la movida como un clínico de formación a este regalo que nos ha llegado allende de los mares, a ese centrocampista que rota sobre sí mismo, toca y se desmarca para volver a tocar, supera líneas, no pierde balones, no grita, no pega, no chuta.
Nosotros no somos Esparta, no le daremos una lanza y le pediremos que abata a una alimaña, ni a Ramos. Pero sí conviene que Arthur sepa al 100%, al 100% y sin dudas porque nuestro amor y fe hacia él ya es incondicional, quién cojones somos.
En resumen, somos una gente a la que le gusta jugar bien, gente capaz de pitar un 8-1, gente que sospecha de cuanto ocurre en las áreas. Somos el paladar más evolucionado del planeta gracias a Cruyff y somos los que durante cuatro años vimos la demoledora obra de arte de Guardiola en movimiento, los que hemos ovacionado a Kubala, Cruyff, Maradona, Romário, Ronaldinho y Messi. Somos los únicos que vimos algo en atletas subdesarrollados como Guardiola, Xavi o Iniesta, los que miramos más allá de la estadística de goles y asistencias.
Somos también los que tragamos mierda nuñista e infamia mesetaria, con unos altavoces mediáticos que convierten nuestra vida en un calvario. Los que llevamos sólo siete años de civilización en casi cuatro décadas de delincuencia altoburguesa, y que a cambio de tanto padecer, sólo exigimos una cosa: disfrutar viendo el balón volar.
Ante la visita del multicampeón de Europa, del equipo más cínico y sortudo, hasta rozar lo demoníaco, de la galaxia, nuestras entrañas se endurecen y nos aparece cierto fulgor guerrero. Viene una gente que viene al Camp Nou a hacer peinetas, mandar callar, lucir cuádriceps y masajearse el escroto. Y miren, con La Bestia aquello habría sido un tió, tió, caga torró; sin La Bestia nos conformamos con hacerles correr, con ver a Kroos otra vez naufragando en la medular, a Casemiro llegando tarde a los espacios, a Modric preguntándose a quién conocerá Florentino por ahí en las altas esferas para que le hayan considerado a él el mejor del mundo.
Se acerca un partido de sueño de infancia, figuritas azulgrana y figuritas blancas, un partido de miedos y decibelios. En un día así, amigo Arthur, recuerda que sólo te pedimos que les recuerdes a cada giro que somos diferentes. A nosotros nos gusta el fútbol y por eso llevamos un mes en trance viendo a un ocho de seda que se mea y se caga en el juego directo y que parece la respuesta a años de plegarias. Empezaban así: «Dios mío, tráeme a un centrocampista al que nunca ficharía el Madrid».
Y ahora, a bailar.
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