FCB: Furia, cólera y bilis
Hablamos de un equipo que está en el primer año de su...
Y que iba a ser pronto.
2019 será para siempre el año de la Falta de Dios, en esa parábola memorable al Liverpool, en una proeza de La Bestia al nivel de sus más extraordinarias pruebas de voluntad, de su más exclusivo repertorio de semifinales europeas. Un gol que no olvidaremos, una falta imposible ante un portero grande de verdad. Era un 3-0 en el Camp Nou en la ida de una semifinal. Era, en ese momento, un gol que nos daba el título más grande del mundo.
2019 ha acabado siendo el año en que supimos de nuestra mortalidad, y de lo cercano que está ya el ataúd. La revelación cayó, como un hachazo, en la fría noche de Anfield. Hubo ocasiones falladas. Hubo jugadores que lloraron en el vestuario a la media parte. Se produjo la fatídica mirada al abismo de Roma, de donde ya no se salió. Y una humillación terrible, que hizo que Duckadam y los palos de Berna volvieran a nuestro día a día. Hay una generación entera que nunca estuvo a tan pocos milímetros de una Champions para acabar perdiéndola. Y fue doloroso, y también justo.
El ritmo y el hambre del Liverpool, esa fe y energía de los equipos que están aún en cuarto creciente, nos recordó a dónde estábamos nosotros en 2008. La mastodóntica caída del invento nos dejó ante unos escombros jodidos: un vestuario envejecido, un club de vergüenza en todas sus expresiones, una dirección deportiva que sabe menos que mi Diego y mi Víctor borrachos como piojos, un desastre de difícil solución.
En 2019 algunos elegimos comportarnos como personas y dar tiempo a esta generación -a Piqué, a Alba, a Busquets, a Suárez- para que vagin recollint i fent testament. En 2019 comprendimos que el proyecto ha terminado, y que nos queda, únicamente, gozar de la competitividad eterna de este ejército de muertos de El Sagrario. Que nos queda, claro, disfrutar de la próxima proeza del Hombre Dios.
2 Comentarios
You must be logged in to post a comment Login