Champions

38 quilos de peso

16 febrero , 2021

La pregunta es una: ¿pasaron ustedes vergüenza? Aquí en el manicomio cada cual tiene lo suyo, nadie está sano y cada uno es Napoleón en su mundo. Dejen, en una noche funesta, que les inviten a pensar que en la vida se puede perder, que el Barça tiene derecho a la derrota y, atención, el futbolero está obligado a asumirla. ¿O es que acaso no somos animales mortales, mamíferos hipotecados y genios incomprendidos? En la vida, conviene recordarlo, casi siempre se pierde.

Este Barça tierno y creciente nos llena los ojos un par de veces por semana, pero no alcanza aún en la elite, en la competiicón en la cima. ¿Es eso una deshonra? Piensen en ustedes mismos cuando a los 12 años tenían ocasión de jugar con los mayores. Tarascadas, la sensación constante de llegar tarde, algo de miedo, no recibir ni medio balón en condiciones y la mínima satisfacción de un caño muy aplaudido. Sin todas esas derrotas, sin esas pachangas desmoralizantes, resulta imposible crecer y llegar a ser un día el rey de la pista.

El Barça jugó ayer contra un finalista de la Champions, contra un proyecto maduro. Perder era lo normal y si permiten, mucho hicimos de llegar una docena de ocasiones. La tristeza por ese escenario vacío y por no tener vacuna para el fútbol directo del PSG no tiene que ocultar una serie de puntos favorables: perdimos sin dar un palo, intentando jugar y a ratos hundiendo al rival. ¿Fue el Barça inferior? Sí, porque el Barça tiene 12 años.

En ocasiones hay quien lamenta que el fútbol no tiene memoria; hay algo peor, que es no tener esperanza. Costará librarse del influjo venenoso de la década de Sandromeu, pero en cuatro días tendremos nuevo presidente; muy probablemente nuevo entrenador y, sobre todo, una lista de bajas donde aparecerán todas las joyas de la abuela, todas esas bagatelas francesas que quedarán estupendas en el resumen de Youtube del United – Wigan. Cuando eso pase, sobre el campo quedarán cimientos para grandes cosas y en la banda se impondrá la idea que nos hizo grandes.

Hasta entonces, estaría bien manejarse con respeto a las leyes del balón y de la vida. Conviene recordar que sin los dramas del 2006-2008 no habría llegado Guardiola. No tengamos vergüenza, tengamos, mucho mejor, humildad para disfrutar de lo que hay, convicción para amputar lo que no vale y rencor para recordar quién nos trajo aquí y quién nos masacró cuando pesábamos 38 quilos.

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