«En varias ocasiones estuvieron al borde de la tragedia y solamente consiguieron superarla a base de profesionalidad y sangre fría: “Algunos le llaman suerte”, escribiría Amundsen, impresionado por la presencia de ánimo y serenidad de sus compañeros. Un día, después de montar la tienda, uno de ellos salió a buscar nieve para fundirla y preparar la cena. A escaso medio metro de la tienda descubrió un montículo que podía servirle, pero cuando lo golpeó con el hacha esta se hundió y se quedó encajada; al forcejear para sacarla rompió el hielo y pudo ver cómo los trozos caían en una sima que parecía no tener fondo. Acostumbrados al peligro, no hicieron más que unas cuantas bromas sobre lo ocurrido y, sin más, utilizaron el hielo que la cubría para hacer esa noche lavcena».
Amundsen-Scott: Duelo en la Antártida. Javier Cacho Gómez
A estas alturas de la vida es importante que ustedes sepan que el núcleo duro del vestuario del Barça quedó para ver el partido de La Banda en Manchester, igual que un puñado de mourinhistas hizo lo propio anoche. Corre la cerveza, se lanzan maldiciones y valen todo tipo de vudús. Unos y otros, profesionales de la lucha grecorromana, saben perfectamente quién es el enemigo.
Rueda el balón. En el banquillo, Tassotti. En el campo, siete Copas de Europa, nadie ganó tantas en los tiempos de la televisión en color. Gobernando el centro del campo, un monumento a la claustrofobia llamado Ambrosini. Y arriba, unas crestas atroces que hacen delirar a Callejón en sus noches locas. Es el equipo de Baresi con un 2-0 a favor. Mourinho brinda, Berlusconi sonríe.
Mascherano y Piqué defienden al Barça. Repitámoslo sin que ustedes se descojonen: Mascherano y Piqué defienden al Barça. Pero contraviniendo toda lógica, el mejor equipo que habremos visto cuando reposemos en una caja de pino decide regalarnos otra noche gloriosa. En el minuto 15 llevamos cinco ocasiones. La Bestia Parda desencadenada: tiembla la Lombardía. Xavi vuelve a ser Gandalf e Iniesta flota; Busquets se supera a sí mismo y llega, al primer toque, a la antesala del Balón de Oro.
La masacre se consuma. Alba decide en una y otra área. El orgulloso Milan de las siete Champions preferiría haber jugado la UEFA. Hoy ha conocido un horror desbocado y su afición sufre un mazazo que no podrá olvidar en muchos lustros.
Sólo hemos pasado a cuartos, cierto. Pero el Barça se ha acordado esta noche de cómo lo hacía hace un par de años para arrasar a todo el que se le ponía por delante. Vean la cara de Montolivo en la imagen. Véanla bien. Piensen en Diego López.
La carrera sigue; muy a pesar de muchos, el más grande no se apea.
Firmo Albert Martín y nací en Barcelona en 1980. A los cuatro años hablaba de fútbol y estoy atado a las miserias de este equipo desde 1987; los insultos de mi padre y mi tío a once tíos de azulgrana que perdieron 1-2 ante el Sabadell me hicieron 'culer'. Recuerdo confusamente que un día llegó Cruyff y convirtió el suplicio en arte y aquel club oxidado en hoguera de vanidades. En plena pesadilla gaspartiana vi desde Lisboa un Madrid-Barça que La Banda ganó 2-0 con gol de Judas. Luego murió Kubala y comprendí que había llegado la hora de hacerme socio. Para entonces ya sólo podía ser periodista y me acogieron en 'El Mundo', donde publiqué 'El callejón del ocho'. Después me fui a 'Público'. Durante décadas, el Barça implicó lágrimas, culo prieto y miedo a cruzarse con un kiosco. Pero nos quedaba una profecía por cumplir y se sucedieron Ronaldinho, Xavi y Messi para aclarar que éramos 'foda'. Un día de invierno me encontré con que mi Caverna había sobrevivido a mi diario y perdí ciertas vergüenzas: no me importa ya reconocer que sueño fútbol casi todas las noches.
Postdata: Aún tiro caños y no olvido una cosa que escribió Hornby: "La única diferencia que hay entre ellos y yo estriba en que yo he invertido más horas, más años, más décadas que ellos, y por eso comprendo mejor qué sucedió aquella tarde".
8 Comentarios
You must be logged in to post a comment Login