El drama no se lo ahorra nadie, pero hay ciertas cosas que le pueden ayudar a vivir un duelo digno:
-Recordar que nadie le obligó a ser aficionado al Barça de fútbol. Ahí estaban la Santboiana, el Atlètic Barceloneta o el Reus.
-Comprender que el Barça es un equipo catalán y que, como tal, para ganar necesita mucho más de lo que pueda necesitar cualquier otro.
-Reflexionar en su fueron interno sobre la fortuna, el «hoy no toca», etcétera. ¿Lo creen de verdad?
-Plantearse cómo hemos podido llegar tan lejos con un solo delantero, que, aunque no lo parezca, es humano.
-Carcajearse ante la mierda de defensa con que hemos llegado a unas semifinales de Champions. Desde hace un par de meses Puyol parece bueno, dónde va a parar.
-Pensar que si ustedes están jodidos, cómo estarán los hiperprofesionales de ese vestuario, que los hay, y muchos, cuando mañana por la mañana se pongan un peto para entrenar.
-Acariciar un gato mientras piensan en la venta inmediata del Cumbias y el ultimátum a Sex.
-Acercarse a la Ciutat Esportiva para gritarle a Xavi, Busquets, Pedro, Valdés, Thiago, Puyol e Iniesta que ni de puta coña vayan a la puta Eurocopa. Villa sí puede ir, faltaría más. Y Sex y Piqué, que hagan, como siempre, lo que les dé la gana.
-Elegir el equipo al que animar durante esa Eurocopa. Muy de Italia.
-En un gesto insólito en la historia del fútbol, cagarnos en la monarquía corrupta de este país firmando una moción a favor de que no disputemos la final de Copa del Rey: el Athletic lo celebrará infinitamente más y sólo por eso se merece ganarlo.
Y más importante:
-Rezar arrodillado por la renovación de Guardiola. El neonuñismo da un miedo terrible. Rexach acecha. Y este equipo tiene cuerda.
Firmo Albert Martín y nací en Barcelona en 1980. A los cuatro años hablaba de fútbol y estoy atado a las miserias de este equipo desde 1987; los insultos de mi padre y mi tío a once tíos de azulgrana que perdieron 1-2 ante el Sabadell me hicieron 'culer'. Recuerdo confusamente que un día llegó Cruyff y convirtió el suplicio en arte y aquel club oxidado en hoguera de vanidades. En plena pesadilla gaspartiana vi desde Lisboa un Madrid-Barça que La Banda ganó 2-0 con gol de Judas. Luego murió Kubala y comprendí que había llegado la hora de hacerme socio. Para entonces ya sólo podía ser periodista y me acogieron en 'El Mundo', donde publiqué 'El callejón del ocho'. Después me fui a 'Público'. Durante décadas, el Barça implicó lágrimas, culo prieto y miedo a cruzarse con un kiosco. Pero nos quedaba una profecía por cumplir y se sucedieron Ronaldinho, Xavi y Messi para aclarar que éramos 'foda'. Un día de invierno me encontré con que mi Caverna había sobrevivido a mi diario y perdí ciertas vergüenzas: no me importa ya reconocer que sueño fútbol casi todas las noches.
Postdata: Aún tiro caños y no olvido una cosa que escribió Hornby: "La única diferencia que hay entre ellos y yo estriba en que yo he invertido más horas, más años, más décadas que ellos, y por eso comprendo mejor qué sucedió aquella tarde".
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