Periodista: -¿Le gustó su trabajo?
Torturador: -A veces, pero no es una cuestión de gustos.
Memoria del miedo, Andrew Graham-Yool
No, señores, no hablaremos aquí del postrero idilio de Gaddafi con una escoba, ni de la muerte accidental de Bin Laden, tampoco del viaje romántico a Washington del principito cleptómano. El 2012 ha sido un año de crueldad y sangre y sudor y lágrimas. Un año de crisis, miseria y violencia. A ello hemos contribuido en gran medida.
No disimulen, no vengan con aquello del fútbol arte, del caudal de juego ofensivo y todo eso. Que el Barça da espectáculo es una obviedad tan grande como que se maneja de forma cruel con sus adversarios. 2012 se cierra con 64 partidos del Barça, de los cuales 24 se han saldado con victorias por tres o más goles de ventaja, lo que en otro tiempo se llamaba «paliza» y ahora es «rutina». El Barça ha ganado cinco títulos, ya lo saben, y ha perdido un único partido importante. Sólo uno.
Pese al fulgor de su fútbol, a su calidad irrepetible, este equipo se asemeja aun más a un ejército hambriento que a Walt Disney. No se entendería si no su afición a la victoria, su voracidad, ganar, machacar, volver a ganar. Ahí está el 9-0 a L’Hospitalet: la obra de un loco. Para entender el hambre de siglos de este equipo hay que mirar a Mordor, donde los Quincazos Multirreincidentes, han conseguido sobreexcitar a demonios que Xavi, Pedro, Busi y compañía ya habrían encerrado hace ya tiempo.
2011 fue el año en que nos ensañamos con La Banda: no hartos con la orgía del 5-0, les quitamos la Liga en casa, un año más. Les echamos de la
Champions también en el Bernabéu. Les enseñamos un título tras otro por televisión. En verano, con las chancletas aún puestas, les explicamos quién era el mejor, fue
el alarido del año, por encima del Manchester, por encima del Oporto, del Santos. Seguramente fue el día que mejor quedó retratada esa crueldad azulgrana. Meses después, otra visita al Bernabéu, para regalar un gol a los 20 segundos, quedar a nueve puntos momentáneamente y acabar con otro encarnizamiento.
2011 ha sido un año azulgrana porque fue un año oscuro y de bajas pasiones. Y, como al torturador de Graham-Yool, a los jugadores del Barça les apeteció hacer su trabajo.
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