«Entre los lepchas, un pueblo que habita algunos de los valles más remotos del Himalaya, hombres de 80 años copulan con niñas de ocho y nadie se escandaliza por ello». Lolita, Vladimir Nabokov
Pues miren, sí que fue una paliza, una masacre, aunque no hubo en ella atisbo de crueldad. La culpa no es de los jugadores; es más bien de la LFP, que permite que el Barça juegue contra equipos vulgares, o de los presidentes de estos clubes que deciden saltar al campo a jugar por recaudar cuatro duros –¿más se gastan en indemnizaciones, no?- o por ver si suena la hercúlea flauta.
La Liga, ha quedado claro en las últimas tres temporadas, en oligopolio de un equipazo y del escombro de turno del Tito Floren: unos años con más vértigo, otros desde su espíritu pendenciero, pero La Banda es también una máquina de despedazar equipos menores, aunque lleve años sin hincarle el diente a un equipo propiamente dicho.
En cualquier caso, el partido de Almería debe observarse con el espíritu crítico de un zoólogo perverso como el que dicen que fue Félix Rodríguez de la Fuente. ¿O es que nunca se habían planteado qué pasaría si encerraran en una jaula a cinco terneros y diez leones hambrientos? Pues qué iba a pasar: que la naturaleza, como el fútbol, es territorio lepcha y concibe los abusos como un hecho normal.
Firmo Albert Martín y nací en Barcelona en 1980. A los cuatro años hablaba de fútbol y estoy atado a las miserias de este equipo desde 1987; los insultos de mi padre y mi tío a once tíos de azulgrana que perdieron 1-2 ante el Sabadell me hicieron 'culer'. Recuerdo confusamente que un día llegó Cruyff y convirtió el suplicio en arte y aquel club oxidado en hoguera de vanidades. En plena pesadilla gaspartiana vi desde Lisboa un Madrid-Barça que La Banda ganó 2-0 con gol de Judas. Luego murió Kubala y comprendí que había llegado la hora de hacerme socio. Para entonces ya sólo podía ser periodista y me acogieron en 'El Mundo', donde publiqué 'El callejón del ocho'. Después me fui a 'Público'. Durante décadas, el Barça implicó lágrimas, culo prieto y miedo a cruzarse con un kiosco. Pero nos quedaba una profecía por cumplir y se sucedieron Ronaldinho, Xavi y Messi para aclarar que éramos 'foda'. Un día de invierno me encontré con que mi Caverna había sobrevivido a mi diario y perdí ciertas vergüenzas: no me importa ya reconocer que sueño fútbol casi todas las noches.
Postdata: Aún tiro caños y no olvido una cosa que escribió Hornby: "La única diferencia que hay entre ellos y yo estriba en que yo he invertido más horas, más años, más décadas que ellos, y por eso comprendo mejor qué sucedió aquella tarde".
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