Lo peor ha pasado. Cierto es que por delante tenemos cinco meses de páramo siniestro, en que sólo se hablará de la Liga de Raúl y de su auencia en la Eurocopa. Pero lo peor ya queda atrás, y además el fútbol nos ha regalado uno de esos momentos conmovedores e inolvidables con la celebración del gol de Lampard, que se merece ir a Moscú, y el placer intenso de ver al Liverpool fuera de la final.
Lo que queda en las cenizas del Camp Nou es funesto: un martirio lento y una constante despedida de la gente que resucitó al club antes de caer devorada por su grandeza. Por eso es el momento de apelar a la mejor de las terapias, ese producto surrealista y enfermo que es el diario Sport.
Cuando sus páginas abandonan la realidad es cuando más hace soñar al barcelonismo. La pira de nombres que ha vendido este periódico como futuros jugadores del Barça es infinita. Hoy mismo, en el día II de la tragedia, su portada ya traía fotos de Dani Alves, Cesc y Benzema. Es sólo el principio. Y el agradecimiento del barcelonismo enlutado es infinito: el martirio que se avecina sólo será aguantable con decenas de nombres y alineaciones tipo del Barça 2008-2009.
Si la realidad es insoportable, soñemos. Valdés; Alves (Lahm), Puyol (Márquez), Milito (Garay), Abidal (Sylvinho); Touré (Poulsen), Cesc (Xavi), Iniesta (Silva); Messi (Bojan), Benzema (Etoo) y Diego -del Werder Bremen- (Capel). Y puestos a soñar, que sus fotos en el Sport les muestren celebrando goles, que les sobre color, que marquen músculo. Y que no se aburguesen.
Y, sobre todo, soñemos con que no tengan mujeres, ni novias, ni amantes, ni hijos, ni hermanos.
Firmo Albert Martín y nací en Barcelona en 1980. A los cuatro años hablaba de fútbol y estoy atado a las miserias de este equipo desde 1987; los insultos de mi padre y mi tío a once tíos de azulgrana que perdieron 1-2 ante el Sabadell me hicieron 'culer'. Recuerdo confusamente que un día llegó Cruyff y convirtió el suplicio en arte y aquel club oxidado en hoguera de vanidades. En plena pesadilla gaspartiana vi desde Lisboa un Madrid-Barça que La Banda ganó 2-0 con gol de Judas. Luego murió Kubala y comprendí que había llegado la hora de hacerme socio. Para entonces ya sólo podía ser periodista y me acogieron en 'El Mundo', donde publiqué 'El callejón del ocho'. Después me fui a 'Público'. Durante décadas, el Barça implicó lágrimas, culo prieto y miedo a cruzarse con un kiosco. Pero nos quedaba una profecía por cumplir y se sucedieron Ronaldinho, Xavi y Messi para aclarar que éramos 'foda'. Un día de invierno me encontré con que mi Caverna había sobrevivido a mi diario y perdí ciertas vergüenzas: no me importa ya reconocer que sueño fútbol casi todas las noches.
Postdata: Aún tiro caños y no olvido una cosa que escribió Hornby: "La única diferencia que hay entre ellos y yo estriba en que yo he invertido más horas, más años, más décadas que ellos, y por eso comprendo mejor qué sucedió aquella tarde".
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