FCB: Furia, cólera y bilis
Hablamos de un equipo que está en el primer año de su...
«Pero bajo la rígida envoltura, como aquellas misteriosas aguas calientes bajo la tierra, una potencia incontenible seguía con vida. La voluntad de Händel, la fuerza primigenia de su ser, a la que aquella aniquiladora sacudida no había rozado, no quería dejar que lo imperecedero en aquel cuerpo mortal se extinguiera. Aquel hombre titánico aún no se había dado por vencido».
Momentos estelares de la humanidad, Stefan Zweig
Ya lo vieron ustedes. Después de seis intentos fallidos, de seis choques a vida o muerte sin lograr tumbar al rival, el Barça encadena dos victorias consecutivas sobre el equipo más sólido del planeta, el Atleti, que a su vez acumula cinco partidos seguidos sin perder ante el campeón de Europa de córners. Donde el pasado año había impotencia, resignación y rutina, ahora hay vértigo, fe y ambición.
Suena fácil decirlo. El pasado año, el pánzer de Simeone nos echó de Europa sin despeinarse y nos arrebató con suficiencia la Liga en la última jornada en nuestra propia cama. Este año, tacatá, hemos tumbado al equipo de Godín, Gabi y Suárez en dos ocasiones consecutivas. Lo hemos logrado con una intensidad que no recordábamos, con unas celebraciones de goles impropias de un mes de enero, con un equipo que protesta al árbitro como si le fuera la vida en ello, con unas oleadas de fútbol que, aunque imperfectas, parecen imposibles de contener.
Lo hemos logrado, sobre todo, con un Messi milagroso que vuelve a ser un chaval y que nos ha quitado diez años de vida. Háganse el favor de no ignorar lo que está ocurriendo, súbanse a este tren, que lo que acaba de comenzar será recordado. Ahí tienen a La Bestia Parda, el mejor de siempre, persiguiendo laterales, coleccionando amarillas, jugándose el tipo regate tras regate a pesar de saber que once dianas están posadas en sus cuádriceps. Ha ocurrido de la noche a la mañana y uno no puede evitar pensar en Händel, en el desahuciado Händel que retrató Zweig, ése que alcanzó la inmortalidad del Aleluya cuando el mundo ya sólo esperaba de él un pesado cadáver y una ruinosa sepultura.
El asunto nos deja una duda existencial. ¿Qué demonios le ha pasado a La Bestia Parda? ¿Una charla a solas con Guardiola? ¿Con Cruyff, tal vez? ¿Ha comprendido en la soledad de su hogar que su hijo no le ha visto ganar la Champions? ¿Acaso le ha embargado la misma indignación del planeta fútbol por los Balones de Oros regalados al clan Mendes-Florentino? ¿Son las ganas de fulminar a Luis Enrique?
Las respuestas corresponden al periodismo y las esperamos entusiasmados. Pero hasta que lleguen, nuestra obligación es gozar del Fútbol Club Amperio, un raro fenómeno que nos encuentra muy de vez en cuando. De un día para otro el Barça ha dejado de medirse por lustros y kilos de metal fundido para volver al loco territorio del amperio, ése en que la vida es un idilio y un insomnio. De un día para otro, nada es más intenso que ver al Barça de aquel tiempo en que nos enamoramos.
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