Cruyffistas

Nuñismo para adolescentes (II): El pecado original

15 mayo , 2012
 

Fue la noche que este club cainita decidió su última escisión. La noche en que quedó sellado quiénes serían los excónyuges que se pasarían un cuarto de siglo tirándose los trastos a la cabeza. El propio Cruyff lo ha explicado. Ocurrió durante su primer año como entrenador del Barça, temporada 1988-89. Núñez, abrasado por el horror de Sevilla y el motín del Hesperia, apostó por el llamativo paraguas del holandés pero no renunciaba a ejercer un poder omnímodo en el club. Y para controlar a aquel posthippie que hablaba raro, pactó celebrar una cumbre semanal para analizar la situación deportiva del equipo. Asistían Núñez y Cruyff y dos personajes que han acabado como estandartes del nuñismo: Gaspart y Rexach.

Desde muy pronto se vio que el equipo, al que no habían llegado aún ni Stoichkov, ni Koeman, ni Laudrup, no tiraba. Una hermosa noche de otoño, Núñez y Gaspart se animaron a objetar una decisión del técnico, a hacerle una recomendación. La respuesta que recibieron del Profeta fue fulminante:
-Vosotros dos no tenéis ni puta idea.

Con aquella sentencia exacta se creó la insalvable brecha entre nuñistas y cruyffistas, entre tribuneros y futboleros, que pervive aún hoy. El nuñismo de entonces, como el sandronuñismo de hoy, era de naturaleza medieval, tendía a separar entre elegidos y plebe. Tenían muy claro quiénes eran ellos: ¿Acaso no fumaban enormes puros en la tribuna? ¿Acaso no eran millonarios de ilustres familias? ¿Acaso no eran responsables de dos Recopas e incluso, alucinen, de la Liga 1984-85? Ergo, les pertenecía el club, es más, ¡ellos eran el club! Y por esa razón ni Núñez ni Gaspart asumieron jamás que aquel holandés insolente les arrojara del paraíso con una bofetada fulminante.

Pero Cruyff sobrevivió. Lo hizo gracias a una Recopa milagrosa en que marcaron Salinas y López Rekarte. Sobrevivió gracias a la Copa que ganó un año después. Y entonces ya nadie pudo bajarle del monumento al fútbol que levantó. Logró cuatro Ligas, la primera Copa de Europa. Y el reconocimiento que tenía entre el barcelonismo y también internacionalmente era infinitamente superior al de Núñez, un constructor que sobornaba a inspectores de Hacienda. Durante el reinado de Cruyff, la vanidad del presidente hubo de conformarse con poner trabanquetas desde tribunas mediáticas  y con rezar por el día en que los resultados no acompañaran, situación idéntica a la que se ha dado esta temporada y que revivimos ahora que el sandronuñismo vuelve a condicionar decisiones que Guardiola tenía tomadas.

Si algún día olvidan ustedes a qué viene tanta inquina del nuñismo hacia los que entienden el fútbol, no olviden ese glorioso «Vosotros dos no tenéis ni puta idea». Cruyff les comunicó que el Barça no era el Círculo Ecuestre; les dijo que el fútbol, para los futboleros.

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