Qué hermosos los tiempos en que la radio y José María García nos acercaban a regiones ignotas y nos enseñaban gentilicios como lombardo, piamontés, sajón o bávaro. Este último lo reservaba para el Bayern de Munich, el monstruo futbolístico de la Europa central, cuatro copas de Europa en sus vitrinas, eterno azote del madridismo. La simpatía de los mozos de Beckenbauer siempre ha sido cosa dudosa, pero el barcelonismo debe recordar que el Madrí acumula ocho derrotas y un empate en el Allianz Arena.
Es el Bayern un equipo poco consistente en defensa, amigo de la velocidad y el contragolpe, entregado a las genialidades de Ribéry. Sin embargo, no ha sido líder de la Bundesliga en toda la temporada. Es el único de los que quedan en Europa que puede presumir de haber marcado más goles que Eto’o, Henry y Messi ente Liga y Champions: el tridente del Barça suma 70 tantos, por 76 los chavales de Klinsmann. Sobre su entrenador, poco hay que decir: dicen de él que es un gran motivador, pero ha estado varias veces al filo del abismo esta campaña y difícilmente superará al nueve que fue (http://www.youtube.com/watch?v=avBpSzdYK4g, 7’50»). Además, tiene el problema de las bajas de sus dos mejores goleadores (Toni y Klose), que no estarán para probar la dudosa madurez de Piqué.
El problema del sorteo es no jugar la vuelta de cuartos ni de semifinales en casa. Es cierto que el Barça no ha tenido la suerte del United; también lo es que por lo menos Chelsea y Liverpool se enfrentan entre ellos. En el otro lado del cuadro, atención: si los de Ferguson no están serios -y últimamente ya no son lo que eran-, uno de los finalistas será un auténtico outsider.
En fin, gracias a las bolitas por permitirnos ver a Ribery (http://www.youtube.com/watch?v=Qg8QTUh-JuM); gracias, dirán los bávaros, por habérseles permitido ver al Barça. Bienaventurados ellos.
Firmo Albert Martín y nací en Barcelona en 1980. A los cuatro años hablaba de fútbol y estoy atado a las miserias de este equipo desde 1987; los insultos de mi padre y mi tío a once tíos de azulgrana que perdieron 1-2 ante el Sabadell me hicieron 'culer'. Recuerdo confusamente que un día llegó Cruyff y convirtió el suplicio en arte y aquel club oxidado en hoguera de vanidades. En plena pesadilla gaspartiana vi desde Lisboa un Madrid-Barça que La Banda ganó 2-0 con gol de Judas. Luego murió Kubala y comprendí que había llegado la hora de hacerme socio. Para entonces ya sólo podía ser periodista y me acogieron en 'El Mundo', donde publiqué 'El callejón del ocho'. Después me fui a 'Público'. Durante décadas, el Barça implicó lágrimas, culo prieto y miedo a cruzarse con un kiosco. Pero nos quedaba una profecía por cumplir y se sucedieron Ronaldinho, Xavi y Messi para aclarar que éramos 'foda'. Un día de invierno me encontré con que mi Caverna había sobrevivido a mi diario y perdí ciertas vergüenzas: no me importa ya reconocer que sueño fútbol casi todas las noches.
Postdata: Aún tiro caños y no olvido una cosa que escribió Hornby: "La única diferencia que hay entre ellos y yo estriba en que yo he invertido más horas, más años, más décadas que ellos, y por eso comprendo mejor qué sucedió aquella tarde".
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