Champions

A la guerra sin odio

18 mayo , 2011




Je la trouvais si belle que j’aurais voulu povoir revenir sur mes pas, pour lui crier en haussant les épaules: «Comme je vous trouve laide, grothèsque, comme vous me répugnez!»
Du côté de Chez Swann, Marcel Proust

Superada la sangrienta y sucia y reconfortante guerra contra La Banda, el fútbol vuelve a ser un lugar donde es posible reconocer los méritos del rival. Ahí está el viejo United, el equipo que sobrevivió a una tragedia aérea, el de Bobby Charlton, el que se refiere a su estadio como «El teatro de los sueños».

El mismo que, en su edad moderna, meció la leyenda de Éric Cantona y sus demencias aviares. El que ha resistido heroicamente al Tito Flo inglés, el que cuida la cantera y se mantiene desde hace un cuarto de siglo con un entrenador con aspecto de borracho de taberna. Por algo se ha convertido en la entidad más seguida del planeta, espoleada por 330 millones de personas.
Pero ante todo el United es un equipo que imparte lecciones de una cierta manera de entender el mundo con centrocampistas que saben qué es un balón y, sobre todo, con extremos. Esta raza en extinción de los paracaidistas de la cal ha encontrado en Old Trafford una reserva natural. Ahí están Nani, Valencia y la leyenda de Giggs. Tres en un solo equipo cuando hay campeonatos enteros sin ellos. Nada define mejor la ambición y el vértigo del rival del Barça en la final de la Champions.
Cómo nos gustaría odiarles, y qué difícil conseguirlo.

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