Cavernícola

La edad de la inocencia

20 febrero , 2024

La profecía se escucha desde hace un par de años. Lamine, con todo su exotismo, era la palabra. Su zurda, la promesa. Y nada de lo que vimos y oímos contra los niños se ha acercado a lo que ha hecho contra los profesionales. Medio año después de su debut, Lamine, 16 años, se ha convertido en el jugador más desequilibrante del Barça, en la mejor noticia en un año de masticar arena, en un recordatorio de que somos el Barça y de que el fútbol aquí no se secará jamás.

En los 34 partidos que lleva hasta la fecha ha sido capaz de recordarnos a Neymar -por ese veneno en el pase con el exterior, por su capacidad para entender el fútbol a pesar de vivir en el pabellón de los dementes- y de unirnos en el recuerdo de Messi -por su talento descomunal, por la cara de Giuly que se le va quedando a Raphinha-. Son cinco goles y siete asistencias en su primer año para este adolescente poliarticulado, que se diría que tiene una rodilla donde toca y otra a media tibia, que no se entiende cómo atraviesa según qué muros humanos. Una vez el fútbol nos avisó de que venía este fenómeno, se llamaba Ciao y ejercía como mascota en Italia 90.

Los milagros de su regate no radican sólo en su cuerpo de anguila, hay ahí algo oscuro, algo celestial. Su condición incorpórea. A día de hoy ignoramos de qué está hecho, desde luego aquello no es músculo, pobret desnarit, vine nen que et faré uns macarrons, quién sabe si es de mercurio. Porque si está driblando a veteranazos que le triplican el muslo no es por potencia, no tiene ninguna, es porque es todo sombra y talento. Puede que por ello le cueste ver portería, y puede que por ello esté algo tímido, pero por Dios bendito, cómo regatea. Aun así, el dribbling no es la mejor virtud de este superdotado del pase al hueco. En 36 años estos ojos cansados sólo vieron una vez salir de La Masia un talento de este tamaño. Y sí, fue La Bestia.

Ahí tienen a nuestro triste circo, en algún momento el periodismo hará su trabajo y nos dirá qué ha ocurrido, más allá de la constatación de que De Jong es un fraude monumental, la milésima parte de Busquets. Ahí está nuestro circo y el suyo es el número principal, con su ortodoncia, su exterior del pie zurdo digno del Louvre, sus amagos, esa cadera descuajeringada, ese aspecto de muñeco diabólico llegado a este mundo para traumatizar las peores noches madridistas como en su día ya hizo otro adolescente desmañado y peleado con el espejo.

Teníamos ganas de hablarles de Lamine, de sus felices, rutilantes, explosivos 16 años. Son los que ha cumplido este agujero en febrero, ya ven, la edad de la inocencia. La edad, seguro, de creer que todo es posible, de abrazar la revolucionaria idea de que lo mejor está por llegar.

You must be logged in to post a comment Login