Neonuñismo

Nuñismo para adolescentes (I)

1 marzo , 2012

Un ilustre cavernícola me reprochaba este fin de semana la poca generosidad con que incluimos aquí rumores, informaciones confidenciales y pollos internos. No le expliqué como merece las razones de mi tacañería y me disculpo: ocurre que ahora que no soy periodista deportivo, me es complicado acceder a informaciones de ese tipo. Ocurre que cuando me llegan, a menudo no puedo dar un duro por su veracidad. Tampoco puedo apuñalar a las fuentes que me lo explican de buena fe. Ustedes deben comprender que no estoy en la mejor situación para afrontar demandas. Y saben también, como el bueno de Pentti, que cuando a uno le pillan haciendo lo que no debe se pasa un mal rato.

Sin embargo, todo ello me llevó a pensar en que en las últimas semanas se han disparado los rumores que me llegan, casi siempre relacionados con la renovación de Guardiola. En una cantidad asombrosa. Y uno ata cabos y recuerda que uno de los hechos más característicos del mandato del condenado Núñez era la crispación interna. El mal rollo. La rumorología constante. El enfrentamiento, la inquina, el «o conmigo o contra mí», las trincheras, el tiroteo constante, la intoxicación perpetua. Sabe Dios que aquí le dimos lo suyo a LaPotra por la frivolidad y sectarismo con que gobernó el club, pero jamás, en los momentos de gloria, atentó contra su propio entrenador. Los que mandaban iban a una y eso no se rompió hasta que Johnny cometió el error de defender a Eto’o tras su rajada.

Ya hablamos de cómo El Mite ha fracasado en su intento por civilizar al nuñismo reloaded, pero no deja de chocarnos cómo Sandro XIV recupera el legado del anticruyffismo. No ha dudado en poner palos en las ruedas al entrenador del mejor equipo de todos los tiempos para reivindicarse -nunca en público, hablamos de un burgués, de un intocable- como la única persona importante en el club. Aquellos afortunados que no conocieron los tiempos tragicómicos de Núñez, estén atentos: comprenderán por qué el Barça llegó hasta 2006 con una sola Champions en el bolsillo. Y al resto, quítense de la cabeza la posibilidad de echarse unas risas con Sandro.

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