Blanco impoluto

Tú eres un tonto

21 mayo , 2013
 

Uno tenía el día ocurrente y pensaba escribir sobre los delirios de Florentino Pérez, comparar sus mentiras con la aglomeración de ángeles de Victoria’s Secret que durante la tarde de ayer se sucedieron por mi lecho conyugal. O mejor atacar un perfil serio del más megalómano de los concejales de urbanismo de este país.  Luego todo me supo a ceniza.

Ocurre que Florentino volvió a mentir con una tranquilidad plena. De nuevo. A veces uno piensa que con el tiempo se acostumbrará a que le tomen el pelo. Pero si se reflexiona sobre esa costumbre del Tito Flo, de su club, de sus omnipresentes altavoces, al final por alguna parte revienta la indignación.

Es cierto que éste es un país hecho de opio y odio. Pero aun así sorprende que este señor, con ese discurso a medio camino entre R2D2 y un cura de pueblo, insulte a la inteligencia de la gente con tanta tranquilidad. «El madridismo está más unido que nunca». «Este club ha dado un salto cualitativo importante en lo deportivo». «El balance, desde el punto de vista deportivo, es positivo”.

El asunto es digno de estudio y deja algunas preguntas importantes: ¿Lo cree de verdad? ¿La autocrítica le perjudica de cara a la cita con las urnas? ¿Está enajenado? ¿Le han poseído Ochaíta, o Toñín el Torero?

Tal vez no sea nada de eso.

La semana pasada corrió este vídeo, tomado instantes después de que Spanoulis frustrara en Londres a la sección de baloncesto de La Banda. Repásenlo con atención, es tremendo. Florentino, increpado, mira al superhéroe y le hace el inequívoco gesto con que los césares pedían la cabeza de alguien. Pulgar abajo, escalofrío en la nuca. Y se dirige a él: «Tú eres un tonto». Sorprende su frialdad. Sorprende ese artículo indeterminado. «Un tonto». Tres sílabas poderosas que evocan al niño Florentino en el patio de colegio con su bata gris y sus gafas mientras padece toda suerte de bullyings. «Un tonto», por el amor de Dios.

Tal vez sencillamente sea eso. Florentino Pérez, ex director general de la Asociación Española de la Carretera durante el tardofranquismo, se ha convencido desde su trono de ladrillos de que somos idiotas. Él ascendió desde la nada hasta el poder mientras el resto braceábamos en el fango. Ya conocen su venganza: puede mentirnos cuanto quiera. Porque Florentino no cree que seamos tontos. Lo sabe.

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