FCB: Furia, cólera y bilis
Hablamos de un equipo que está en el primer año de su...
«Tal vez él mismo no lo oiga, ni siquiera su propio oído despierto, pero el genio del momento, que en aquella noche única se ha alojado en su cuerpo mortal, le ha escuchado a él».
Momentos estelares de la humanidad, Stefan Zweig
Cuando Neymar ve el pase, Pirlo, cosas de la edad, da un fatídico paso al frente. Por su zona entra El Ángel Exterminador. Un tren de mercaderías llamado Vidal está a centímetros de darle caza, pero Iniesta flota inalcanzable. Al recibir el balón y orientarlo a la portería, Bonucci y Buffon huelen el peligro de muerte y se lanzan como centuriones a bloquear el primer palo. Pobres soldados: en su campamento no tenían Youtube y no adivinaron que el capitán del Barça tenía elegida ya la jugada: con todo a favor para reventarla, el genio pasará a la nada para regalar a un compañero el mayor orgullo de su carrera. El gol en la final de la Champions.
Pogba, joven y vigoroso y negro corre hacia allí para evitarlo. Él sí ha adivinado el auténtico peligro. Se lee en la cara de Ivan, hijo de Deco; la seriedad de su expresión no presagia nada bueno. Espera el balón como un novio en el altar. A Rakitic el pueblo barcelonista le quiere por ser de los nuestros, por haberle devuelto el prestigio al dorsal cuatro y por calvomelenas, con dos cojones. Serio y bregador, sacrificio al servicio del equipo y una clase que a menudo esconde por el bien de todos, sabe al ver el balón que hoy dormirá estrella.
El hombre que espera la pelota es tal vez el mejor chutador con la derecha del equipo. Pero recibirá con la zurda y sabe, balcánico como es, que la acción pide un remate de primeras. Su viaje a la galería de los inmortales del Barça será pura rutina. Buffon vuela y en alguna repetición hasta puede pensarse que toca el balón. Pero lo cierto es que desde el momento en que Neymar, Iniesta y el propio Ivan leyeron la acción, está todo sellado.
La celebración dice mucho de él: recibe el mazazo en la cabeza -acabas de marcar un gol en una final de la Champions vestido de azulgrana, acabas de marcar un gol en la final de la Champions que soñaste de niño- y hace lo que los pollos decapitados: correr sin rumbo. Mudo y triunfal, dará once pasos en estado de perfecta conmoción mientras Messi, detrás suyo, se gira hacia Iniesta en señal de reconocimiento. Rakitic aleja con el brazo a Neymar, quiere estar solo en su planeta, pero al fin el riego vuelve al cerebro y lo comprende. Se besa el anillo (un anillo de soltero, todo muy normal) y se gira para señalar a Iniesta, a quien recordará hasta el último día de su vida. La celebración es coral, como coral fue este momento de felicidad que culminó un croata inesperado.
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