Actitud

Latido

26 octubre , 2015

Que debe ser algo así como voler a subir. Ante el Eibar, en un partido triste, el Barça sólo fue el Barça en las gotas de calidad de Busquets y en el ataque de orgullo de Neymar y Suárez. Vean la imagen, eso nos queda. Mientras La Bestia sana su rodilla, a penas somos escudo -una cierta tradición que suscita respeto en el planeta fútbol a pesar del horror horizontal de sus franjas-, un logotipo de una multinacional norteamericana que nos recuerda que somos un equipo rico en manos del nuñismo, y la sonrisa asesina que podría ser la del primer jugador que ha hecho algo por quitarnos la añoranza de Ronaldinho o la de un uruguayo industrioso que felizmente para la raza humana se dedicó al gol y no al homicidio.

Si ampliáramos la imagen veríamos más. Veríamos un Qatar horrendo tatudado en el pecho indicativo de las manos en las que estamos y, si permiten, también de la enfermedad que padece el autor de este equipo universal. Si ampliáramos un poco más, aparecería Beko, recordatorio de que si no anunciamos al puticlub Lapsus de Torredembarra no es por exceso de celo sino por falta de efectivo. Y con un poco más de zoom out, asomaría la gente, la afición, esa orla de chalados de la que formamos parte y que, estadística en mano, hace que cinco de cada diez pájaros sean nuñistas y atiendan más a lo que dice Sor Llucia Caram que a los que aman el balón.

Lo cierto es que no son épocas fáciles para ser culé. Ganarlo todo y tener que remar contra todo y contra la propia comodidad. Tener el club en las manos equivocadas, a los fichajes en cuarentena, a Messi en la enfermería, a Guardiola exiliado y a Cruyff enfermo. Volver a subir, intentarlo de nuevo, contener a unos rivales que por fuerza tienen más hambre. El ascenso, hasta ahora, es un sufrimiento continuado: 15 partidos en total, con dos empates, tres derrotas, seis partidos ganados por un solo gol y cinco remontadas ya.

Volver a subir: conviene volver a la foto y apreciar el detalle clave que nos permitirá seguir. Está justo ahí, en el centro de la imagen: se llama yugular y es cuanto nos queda. Nos recuerda qué late ahí dentro; no sufran, no es poco.

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