Clásico

El cazador miope

6 febrero , 2019

Excitación, rituales y adrenalina. Comidas contundentes, agresividad al volante, súbitos arranques místicos. El Clásico está aquí y el cazador ancestral que llegó a nuestros días de Telepizza y Excel encuentra un espacio para hacer su irrupción.

Es Copa, cierto, el ganador no se lleva un título, cierto, y ni siquiera ha acabado el invierno. Pero es La Banda de las Champions más horrendas de la historia del deporte la que se persona, y sí, de pronto nos ponen un arco y un hacha en las manos y sabríamos qué hacer con el asunto.

Pero no nos equivoquemos.

Para acabar con La Banda conviene superar su pulsión guerrera. La pulsión guerrera de Sergio Ramos, el hombre que no tiene inconveniente en pasar a la historia de la infamia universal lesionando a la estrella del equipo rival en el partido con más audiencia del planeta. Hasta ahí hay que llegar: los bubkas del belicismo.

Y no esta noche, que es Copa. Esta Banda, que añade el Real a su nombre y luce de blanco como las tropas borbónicas, no se inmutaría por un año más sin ganar la Copa del Rey. No: al equipo más cínico que han visto los tiempos sólo se le puede abatir definitivamente en su jardín, en la Champions. Y convendrán que hasta que llegara el eventual cruce que el destino (o quién sabe) nos ha negado durante ocho años hay que mantener llenas las reservas de fogosidad, reservas que inevitablemente se vaciarían si tras el 5-1 de Liga los despachamos ahora con un 3-1 y un 0-2.

¿Plantea este agujero que palmemos y le demos bola a un equipo que el año pasado se rearmó a partir de la ejecución sumaria del PSG? En ningún caso. Quedó dicho recientemente: uno nunca sabe cuál será el último partido de su vida, uno sabe que el resto de los siglos añorarán al equipo insaciable de Busi y Messi. Pero tal vez debamos afrontar la eliminatoria con espíritu deportivo, con jolgorio, con la alegría de ver a Vinicius, esas carreras y esa boca igualmente fantásticas. Con la satisfacción de ver su once y comprobar que hay cinco tíos que no sabemos quiénes son. Si Valverde lo cree necesario para controlas los malos ambientes del vestuario, dando bola a la mara, a algún suplente, reservando a La Bestia hasta la segunda parte si hace falta, disfrutando con Kevin-Prince.

La vida puede ser una juerga y conviene, hoy, controlar el ardor guerrero. Conviene afrontar el choque sabiendo que son el mismo chiste al que empotramos cada año y con la alegría del cazador miope.

4 Comentarios

You must be logged in to post a comment Login