FCB: Furia, cólera y bilis
Hablamos de un equipo que está en el primer año de su...
El nuñismo está derrotado. Una buena porción de los 25.000 cabestros cómplices de las peores juntas de la historia, de la demolición de una obra única, se quedarán en casa el día de las elecciones por pura vergüenza. Pero sí habrá alguno que quiera experimentar la democracia: «Hi ha que votar, nano«. Y pallá que van. Pero, ¡atención!, para las menos lúcidas ovejas del rebaño nuñista estas elecciones pueden ser un campo de minas: el avejentado poder barcelonés no les ha indicado aún a quién deben votar; Bartomeu y Rosell callan; los sondeos se hacen esperar y nadie sabe si hay esperanza contra el cruyffismo; un puto lío macho. Para esta especie fallida hemos elaborado caricaturas de quienes pueden ser sus tres candidatos, con ejemplos reales de a quién votaría lo más granado del senado nuñista. ¿Quién compone ese Senado? Gente importante, gente que suma un total de cero Champions: Risto Mejide, la monja loca, el Fabián el de las pizzas, Urdangarin, Rexach, Migueli, Carrasco, Serra Ferrer, Cardoner, Gaspart y el peluquero del Averno. Un once para soñar amics. Y con ellos, tifando desde la grada, Sus Majestades los Boixos Nois. Vamos allá.
Emili Rousaud: Expansión y ratafia. Rousaud, a estas alturas ya lo saben, es un empresario de éxito del sector de la energía. No es fácil romper monopolios en ese sector turbio, como no lo es denunciar la corrupción del nuñismo de Sandromeu cuando él era el delfín ungido. Con todo, los hilillos de nuñismo de su candidatura son verdaderos Niágaras: la cosa deportiva, para Minguella, amigos. Y con él, Rexach, oh my gad: hablamos, ya lo ven, de ese nuñismo simpático, simpatiquísimo, de estupenda sobremesa siempre y cuando no flote en el ambiente duda alguna sobre un punto -es otro el que va a pagar la comilona. Es ese nuñismo de chascarrillo, de poquísimas horas trabajadas, de risas con la camarera, de dónde eres, bonita, a mi m’agraden així, que hi ha on agafar. Esa Catalunya caradura de la ratafia va en este caso de la mano de la sofisticación del presidenciable. Rousaud, con sus cuellos de jerarca del Expansión, con esas mandíbulas y encías de tratado de anatomía, con un innegable relato de self-made man, con esa sonrisa de quien ha derrotado al mundo, ese siempre efectivo «estoy forrado, la cosa irá bien, no preocuparse». Además del bolsillo, Rousaud tiene algo muy upper, seguramente el más upper de los aquí consignados: su vocal neutra es la peor neutra de todos los participantes a las elecciones. Y créanme, sé de lo que hablo. Es una neutra inexistente, aflautada, de innegables aromas pijos; idéntica a la que haría una señora de Burgos de 1938. Y sí, en el nuñismo siempre hubo pulsión upper, era ahí donde se malcriaba a los patricios que luego habían de ser césares. De ahí que perfiles como los de Rousaud (Bartomeu, Rosell) hayan arrasado entre la parroquia nuñista, habituada desde siempre a postrarse con presteza medieval ante los elegidos de la plutarquía.
Jordi Farré: Tatus y morenos. ¿Recuerdan ustedes aquella secuencia en la trilogía de Star Wars, o de la precuela, o de la secuela, donde Luke Skywalker se lanza en bolas por Canaletes gritando «¡Darth Vader es mi padre, aé, aé!»? Puede que no. Justamente eso es lo que ha hecho Farré afirmando alegremente en las entrevistas que su padre era uno de los morenos de Núñez. Voces veteranas y bien informadas apuntan que no sólo era uno de los miembros de ese grupo dedicado a la intimidación y la violencia en beneficio del presidente convicto, sino que era un líder del grupo. En cualquier caso, hay que tener la cara de hormigón para no ocultar semejante ascendencia. O eso o un importante componente de chifladura personal. Y atención, porque este último es un nuñismo que cabe reivindicar aquí: el nuñista friqui, de poca formación, mucha astucia vital y pocas horas de reflexión. Hay ahí un nuñista de innegable ascensor social, BMW blanco de segunda mano, todo ambición, risa floja y mirada enloquecida. Es un individuo que acumula más de cuatro décadas en este mundo y se las ingenió para no haber abierto jamás un diario de información general. Eso sí, de los deportivos se lo sabe todo, todo el día conspira, sabe perfectamente qué jugador se ha follado a la novia de aquel otro. Tiene un amigo, el Jona, que trabaja en el clú, y le cuenta unas movidas acojonantes. Con todo respeto, Farré, que participó de la moción de censura que acabó con Bartomeu, representaría una Catalunya muy del Bajo, con notas biográficas en la Seat (¡presente!), con algun paso por el mundo del porno, unas tías, nene, unas tías. Es un candidato a quien le parece un buen plan regalar tatuajes a los que vayan a firmarle una papeleta, o vincular su imagen a Fabián Martín, el mejor pizzero del mundo, qué dura será la caída.
Toni Freixa. José Luis, presente. Con Freixa, Nuñism intensifies. Este optimista presidenciable ha decidido que su amor a Núñez sea su gran baza electoral y uno no puede sino sonreír y repetirse que por gente así somos el peor club del mundo y seguramente jamás formaremos parte de la verdadera civilización. Hablamos de un nuñista fervoroso de los de «José Antonio, presente». Hay en su nuñismo una testosterona desatada, muy del tipo de aquel señor chino y franquista, con un poderío que también se refleja en su cabellera vigorosa, leonina, con hambre de una buena bronca. La pulsión violenta del nuñismo está muy en Freixa, que ha pactado ya con la grada de animación, aish. Freixa, más allá de su devoción, tiene algo absolutamente característico del movimiento: no procede del gotha barcelonés, no pertenece a la elite de las elites. Al contrario de lo que su formidable traje actual pueda sugerir, Freixa es un picapleitos que está más cerca de Better Call Saul que de Cuatrecasas. A nadie engaña su azaroso paso por el club como asesor legal, donde dejó un track record infame, que debería estudiarse en las facultades. Mucho de lo peor del nuñismo 2.0 de Rosell lleva la firma de este bigardo. Freixa fue condenado en su día a devolverle cerca de 30.000 euros a Alejandro Echevarría, y no cayó en la necesidad de pagar hasta tiempo después, cuando se vio preparado para saltar al circo de las candidaturas electorales, no sin antes pedir un descuento. De entre todos los males del nuñismo, tal vez el odio a Cruyff y Guardiola sea el peor, el más nocivo, y es ahí donde Freixa despunta sobre el resto de la manada. Lamentablemente, hay algo en Freixa que le aleja del arquetipo nuñista que quiere encarnar: sabe jugar a fútbol. Era muy, muy bueno, como bien saben algunos periodistas que le vieron pelotear en una discoteca en una país del este de Europa (esos toques, felizmente, no fueron lo único que vieron).
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