FCB: Furia, cólera y bilis
Hablamos de un equipo que está en el primer año de su...
Lo hemos sobrellevado con dignidad, con la triste dignidad de las cenas frugales en los hogares humildes. Nuestra dieta de uno a ceros no era como para salir a las calles a gritar nuestro nombre, y nos hemos comportado con la necesaria discreción, sin linchamientos públicos. Pero somos el club del mundo que sabe que el fútbol se cuece en la medular y que prescindir de ella es barbarie y violencia. Somos, para siempre, los de Busquets, Xavi e Iniesta y alejados de esa Arcadia, todo nos produce nostalgia.
En verdad les diré que el centro del campo de este año es una de las cosas más tristes que han visto estos cavernarios ojos. Y el mejor de los centrocampistas, reventado, fundido, nos dice adiós. Llegará Gündogan, rezaremos por la salud de Pedri, pero siguen faltando ahí un par de piezas. Somos el Barça y aquí nunca se ha tratado de ganar: se trata de placer y de explicar al resto que no tienen ni puta idea. Estamos muy lejos, porque, por increíble que parezca, no sabemos dar un puto pase al hueco.
Busquets. 9. Arquitecto. La última carga del espantapájaros más sabio del planeta fútbol será recordada por las indecentes cantidades de músculo que le acompañaron –y por la vergonzante carestía de talento a su alrededor–. Un año más, Busi ha sido el encargado de levantar la bandera de la identidad del equipo y de evitar que nos pareciéramos al Burgos. Para coronar su leyenda, lo ha logrado sin meter un solo gol, y con cuatro asistencias. Qué pena el adiós, qué largo el recuerdo, menudo aquel pase al primer toque.
Frenkie de Jong. 4. Cocu. Cocu sin gol, se entiende. Haremos un esfuerzo por no gritar, PERO SALE MAL, YA ESTAMOS GRITANDO. Ustedes saben que en esta Caverna estamos convencidos de que nada hunde a un equipo de manera tan definitiva como los intocables que no dan el nivel, los indiscutibles que no aportan un salto de nivel. Ay, Frenkie, que dice el Transfermarkt que vales 75 quilos, y te venderíamos felices, aquí, ahora. Y qué íbamos a hacer, si en tu cuarta temporada, titularísimo siempre, en un equipo campeón y jugando de volante, acabas el año con dos tristes goles y cuatro pírricas asistencias. Dos y cuatro, por dios, que les recuerdo, no han pasado tantos milenios: Xavi Hernández, 2008-2009: 10 tantos, 31 asistencias. Repitámoslo: DIEZ Y TREINTA Y UNA. Ah, que les parece excesivo comparar al «fichaje estratégico», al hombre que había de cambiarlo todo, con el mejor Xavi. OK, lo entendemos: Xavi, 2011: 6 goles y 16 asistencias. Ah, ¿les parece que Xavi es inalcanzable para el titán del Ajax por quien pagamos 75 millones? Bien, saltemos a Rakitic, un año cualquiera. Ocho goles, diez asistencias. Y cierto, nunca medimos a nuestros jefes de cocina por lo que hacen ante el gol, pero un equipo en quiebra y con tantas necesidades en la plantilla no se puede permitir semejante inoperancia por un tío con ese mercado. Cuatro asistencias, la virgen, con este horror, que jamás firmó el esforzado Cocu:
Cómo sería el tema que Alba y Dembélé abrieron los brazos, y Cabrélé acabó la jugada mordièndose el labio en plan «menudo tronco». En efecto, ésta ha sido la temporada en que hemos estado tentados de montar un Barrio Sésamo explicando el pase al hueco: hay un tío, encarado a una portería, pasas el balón entre dos defensas y dejas al tuyo, al que lleva la misma camiseta que tú, solo delante del portero. Pero no, con amigos como Frenkie eso era fisión nuclear.
Un último pero le ponemos a De Jong: para que empezara a parecer un jugador medio pasable, Xavi tuvo que apostar por un centro del campo con cuatro tíos, dejando al tulipán corretear locamente, como si de un Fede Valverde hippy y no violento se tratara. Son demasiados los peajes, demasiado escaso el retorno. Son 75 millones de machacantes, VENDER. Especialmente antes de que alguien tenga la tentación de completar el insulto de sustituir a Busquets, un Dios del fútbol de posición, por un maratoniano de imponente muslamen.
Pedri. 9. Maravilloso. El jugador que nos ha desvelado y nos ha hecho soñar con el siguiente partido en un año de horrores y carestía. Seamos honestos: un jugador ha impedido que nos arranquemos los ojos de pura rabia. El niño Pedri, con su cadencia, su velocidad de pies y de cabeza, su lucidez. Qué espectáculo verle y qué horror esperarle. Porque, putas lesiones, cierra con 35 partidos, siete goles concedidos (horrores lo que le llegó a anular el VAR) y una asistencia. Mejora sobre los 22 partidos y cinco goles del pasado año, pero sigue lejos de los 53, 4 y 6 del primer año, el del debut. [Sí, aquel en que se encontró antes de empezar la pretemporada con el recién fichado Koeman en un restaurante y se acercó a presentrse y el bueno de Rónal pensaba que estaba ante un cazaautógrafos, y Pedri le explicaba ‘no, no, que soy jugador del Barça’ y el otro ‘Ah, OK, ¿cómo te llamas? En fin, el Rónal]. Son pocos 35 partidos para el futbolista que nos ha recordado que una pieza de identidad clave del Barça es que aquí juegan los mejores, y este postadolescente no mira a De Bruyne desde abajo. Vean y pregúntense si se puede jugar más bonito.
Kessié. 5. Mito súbito. Pasarán los lustros y las décadas y las calles recordarán. Sí, amigos, mito por siempre, aunque no vuelve a lucir en la vida de azulgrana, extremo que ya podemos dar por hecho. Kessié alcanzó durante unos preciosos segundos la inmortalidad de quien gana una Liga con un gol en el descuento al Mal. Kessié fue la Moreneta, nuestro Pau Casals del I am a Catalan, el Benvolgut de Manel, Jaume I sometiendo infieles. Tres goles y tres asistencias, mucha suplencia, superdotada facilidad para lesionar rivales y muy escasos asombros, sí, pero el Comandante pasa a la feliz historia de los que llegaron, fueron amados y serán recordados con una sonrisa por esa sonrisa.
Gavi. 8. Hummer. Entramos al Leroy Merlin en busca de una navaja multiusos que nos cupiera en el bolsillo y salimos armados de un martillo hidráulico de grandes dimensiones. Qué le vamos a reprochar a un chaval de 18 años que lo juega todo, a días se echa el equipo a la espalda y culmina el año con dos goles y cuatro asistencias, guarismos que amasó en su mayoría arrasando a la Banda en el recital de la Supercopa. Uno sospecha que con este martillo hidráulico no podremos practicar la cirugía fina que requiere el centro del campo, pero también es cierto que estos ojos nuestros vieron a Xavi explotar a los 28 y a Iniesta a los 26. El marrón para la próxima temporada es obvio: a ver cómo hacemos para que un chaval de esa ambición y carácter entienda que no puede ser titular. Pero el marrón este verano es peor: a ver cómo gestionamos que aparezca De la Peña en las oficinas con una oferta del PSG de 100 millones.
Pablo Torres. S/C. Ignoto. No participaremos aquí del rasgado de vestiduras ante la ausencia del chaval, como tampoco lloraremos por ningún turco que se llame Arda. Entendemos que si Xavi no le ha visto preparado en un año de tanta nada, es que realmente está verde el amigo. Sí nos atreveremos a recordar que Luis Enrique habló de él como una de las grandes promesas del fútbol español y que al amigo le hemos visto girar rápido, golpear en modo Hagi y practicar, ojo ahí, el raro arte del pase al hueco.
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