Esencias

El pueblo de la montaña

13 septiembre , 2023

Nuestra vieja casa son ruinas y cascotes, un cráter. El mejor jugador de la historia: nos dejó y no quiso volver. La caja fuerte da vértigo y horror a los que conocen sus abismos. Tenemos un equipo desnaturalizado, con un muro de hormigón atrás y una nada ofensiva, campeones del 1-0. La masa social, entre el desapego y la furia asesina. Nuestro mejor futbolista, una lesión muscular cada mes. La justicia deportiva del Sacrosanto, con el hacha afilada por los pagos millonarios a un árbitro. Nuestro nueve y presunta estrella, al filo de la prótesis de cadera. El segundo sueldo del equipo, un monitor de aeróbic incapaz de dar un pase al hueco. La inversión veraniega, cuatro millones de euros, gente veterana que acababa contrato, un par de mercenarios conflictivos. La dirección deportiva, la orla de P-5 de Mendes y el presi. Y nuestro entrenador, nah, una putísima mierda.

Ya era feo el panorama como para que septiembre y la vida nos invitaran a subir al K2. Horripilante paraje, barracas y watusis, pasado perico, olvidados fulgores olímpicos. Pero ayudará a la causa: cada año conviene buscar una historia que justifique ver a ciertas momias mancillar la camiseta. Dos años atrás con el bueno del Rónal, la idea era ver qué tal se nos daba hacer mariposa en una piscina de mierda; el pasado año la incógnita era si sobreviviríamos como club al holocausto; y este año, ah, este año seremos El Pueblo de la Montaña. De hecho, me disculpo ante ese asilvestrado y humilde club, pero les advierto que en este agujero demenciado nos referiremos al barça como La Montañesa en lo sucesivo. Esa será nuestra épica: un relato de desposeídos, de gallinas raquíticas en jaules, de andares fatigados y horrendos fríos invernales.

Pero no se lleven a engaño.

La 2023-24 quedará en el recuerdo como la temporada en que encontramos un socio para Pedri, alguien que sabe lo que es buscar el espacio, girar 360º si conviene, y meter el pase imposible que nadie ha visto. Podríamos decir que hemos clonado a Pedri, si no fuera porque ya le gustaría a Pedri poder presumir de lo que hizo y lo que levantó Gündogan en mayo. También será el año en que optamos por volver a tener un lateral derecho capaz de dar una pared (uno no recuerda los lustros que hacía). Será el año en que nos desembarazamos de Dembélé, felizmente traspasado, la más grande estafa que han visto estos ojos. Ay, la 23-24. Ay, no digamos nada, no ho espatllem, ay la barbaridad que viene con Lamine.

Las gestas que logremos, muchas o pocas, tendrán destinatario y podrán ir dedicadas. ¿No sería maravilloso ganar la Liga en un estadio tan desapacible? ¿No sería brutal empalmar títulos con el club en la UCI merded a la barbarie sandromeuísta? Sí, el Barça, qué mierda, no tienen para pipas, sí, esos, qué locura Laporta va a reventar, malísimo todo, dos Ligas nos han ganado, le llaman Mortadelo. Y mucha risa con las palancas y la desgracia del nuevo pobre y mucho Garnacho y mucha humillación por haber visitado esa zona VIP de discoteca quinqui que es la UEFA. Un triunfo será para los que ríen, los del Bélingan, los Tebas de la Liga y los futbófobos en general.

A todos ellos: se anden con ojo. Por el momento, somos La Montañesa, peña chunga y peligrosa. Pero si todo va bien, el plan es volver a ser el Barça. El viento les llevará nuestras risas, bajando de la montaña.

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