Acaba la primera parte de la temporada con una novedad negativa. El Barça es segundo y para muchos no es favorito a ganar la Liga. Básicamente por dos razones: por la lógica falta de motivación para jugar en estadios de segundo nivel y por el lamentable nivel de la defensa.
También es cierto que el Barça suma ya tres nuevos títulos, está vivo en todas las competiciones y tiene -pese a la taquicardia del miércoles- ganada la guerra psicológica al principal rival. Además, Guardiola cuenta con nuevos recursos ofensivos como Sex o Alexis e insiste en su apuesta por la cantera. Por todo ello, somos un pueblo feliz.
Y luego está lo de La Bestia Parda, un futbolista decidido a humillar a todo el que haya jugado antes con esta camiseta, incluido a sí mismo -aquí les dejo los números, a estas alturas, de 2011 y 2010-. El gran Ronaldinho logró en su mejor momento 26 goles y 20 asistencias en toda una temporada. La comparación es tremenda. Queda por ver si este genio irrepetible será capaz de sobreponerse a la incompetencia de los defensas que nos han tocado en suerte este año.
Firmo Albert Martín y nací en Barcelona en 1980. A los cuatro años hablaba de fútbol y estoy atado a las miserias de este equipo desde 1987; los insultos de mi padre y mi tío a once tíos de azulgrana que perdieron 1-2 ante el Sabadell me hicieron 'culer'. Recuerdo confusamente que un día llegó Cruyff y convirtió el suplicio en arte y aquel club oxidado en hoguera de vanidades. En plena pesadilla gaspartiana vi desde Lisboa un Madrid-Barça que La Banda ganó 2-0 con gol de Judas. Luego murió Kubala y comprendí que había llegado la hora de hacerme socio. Para entonces ya sólo podía ser periodista y me acogieron en 'El Mundo', donde publiqué 'El callejón del ocho'. Después me fui a 'Público'. Durante décadas, el Barça implicó lágrimas, culo prieto y miedo a cruzarse con un kiosco. Pero nos quedaba una profecía por cumplir y se sucedieron Ronaldinho, Xavi y Messi para aclarar que éramos 'foda'. Un día de invierno me encontré con que mi Caverna había sobrevivido a mi diario y perdí ciertas vergüenzas: no me importa ya reconocer que sueño fútbol casi todas las noches.
Postdata: Aún tiro caños y no olvido una cosa que escribió Hornby: "La única diferencia que hay entre ellos y yo estriba en que yo he invertido más horas, más años, más décadas que ellos, y por eso comprendo mejor qué sucedió aquella tarde".
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