«Lo dejé todo pero no alcanzó». Así de lacónico estaba el pasado 16 de agosto Tyson Gay después de volar y completar los 100 metros en 9 segundos 71 centésimas. Había superado al antiguo plusmarquista Asafa Powell pero a pesar de su proeza de lo instantáneo, no ganó. Delante suyo, Usain Bolt se burlaba del reloj y se convertía en leyenda viva.
El deporte, a pesar del barón de Coubertin, es un mundo cruel en que la memoria sólo respeta a los primeros. De ahí la importancia del triunfo de Coe ante Cram, de Ali contra Frazier, de Beckenbauer sobre Cruyff o de Merckx sobre Poulidor. Todo eso viene a cuenta porque tiene toda la razón Guardiola: «71 puntos son una puta barbaridad». El Barça supera todas las marcas conocidas y a su lado aparece La Banda, un engendro vertiginoso con puños de acero.
Esta Liga va camino de convertise en algo épico, algo que será recordado dentro de mil años. Los récords batidos, la distancia vergonzosa a la que queda el Valencia, una solidez tremenda -y los marcapasos, aún, a punto de explotar-. Puede que sí, que todo pase por el Bernabéu. Puede que el fútbol, deporte cruel por antonomasia, se supere a sí mismo.
De alguna forma, esta Liga de la temporada 2009-2010 son todas las ligas. Conquistarla dará más gloria que nunca. Perderla… Es perfectamente posible que el vestuario que quede a las puertas del cielo responda a lo Applewhite & Nettles.
Firmo Albert Martín y nací en Barcelona en 1980. A los cuatro años hablaba de fútbol y estoy atado a las miserias de este equipo desde 1987; los insultos de mi padre y mi tío a once tíos de azulgrana que perdieron 1-2 ante el Sabadell me hicieron 'culer'. Recuerdo confusamente que un día llegó Cruyff y convirtió el suplicio en arte y aquel club oxidado en hoguera de vanidades. En plena pesadilla gaspartiana vi desde Lisboa un Madrid-Barça que La Banda ganó 2-0 con gol de Judas. Luego murió Kubala y comprendí que había llegado la hora de hacerme socio. Para entonces ya sólo podía ser periodista y me acogieron en 'El Mundo', donde publiqué 'El callejón del ocho'. Después me fui a 'Público'. Durante décadas, el Barça implicó lágrimas, culo prieto y miedo a cruzarse con un kiosco. Pero nos quedaba una profecía por cumplir y se sucedieron Ronaldinho, Xavi y Messi para aclarar que éramos 'foda'. Un día de invierno me encontré con que mi Caverna había sobrevivido a mi diario y perdí ciertas vergüenzas: no me importa ya reconocer que sueño fútbol casi todas las noches.
Postdata: Aún tiro caños y no olvido una cosa que escribió Hornby: "La única diferencia que hay entre ellos y yo estriba en que yo he invertido más horas, más años, más décadas que ellos, y por eso comprendo mejor qué sucedió aquella tarde".
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