FCB: Furia, cólera y bilis
Hablamos de un equipo que está en el primer año de su...
Pasa este blog por haber cumplido 12 años. Así lo indica el calendario, qué asombro. Hay algunas cosas que me gustaría compartir con ustedes, quienes, me temo, son el jugador número 12. La primera, para acabar rápidamente con este bochorno, es sobre el ego de un servidor de ustedes. Porque leí recientemente una reflexión maravillosa: los periodistas no cobramos con dinero, cobramos con elogios y vanidad. Resolvemos con el teclado los complejos de la vida. Qué podía salir mal, ¿verdad? Qué gran mierda, qué absolutamente cierto en mi caso.
Así es, yo empecé este blog por vanidad y también por venganza: mi jefe me echó de Deportes porque no pudo echarme del diario y la verdad es que cada vez que me he puesto a darle a la tecla -hasta en ocasiones estando sobrio- he tenido un segundo para pensar en aquel cabestro garbancero, patibulario y medieval que decidió que no valía para contar el Barça. Pero el botón del odio es peligroso, y al final, con cada post uno acaba vengándose de aquel otro jefe cobarde, falaz y analfabeto y ya desbocado tobogán abajo hasta llegas a escribir contra aquel entrenador de cuando tenías 18 años, contra aquella profesora, contra el beso que no te dieron. Puro psicoanálisis, en cutre y con grandes ínfulas y aullidos de plañidera.
Un jefe no creyó en mí y pensé que si no tenía la heroína de informar del Barça -atención, plot twist, igual aquel imbécil tenía razón y yo no era gran cosa, a mis tiernos 27 años- por lo menos tendría la metadona de montar mi blog. ¿Saben ustedes cuál es la esencia del bloguero contemporáneo? Se lo diré: es un pobre hombre con problemas de autoestima que lanza botellas al mar en la remota esperanza de que alguien le lea algún día. Y bueno, en rigor, aquellos pergaminos sí encontraron algún lector: uno tiene buenos amigos, uno tiene familia y sobre todo y más importante uno tiene la herida primaria que le hará escribir, escribir, escribir, hasta que la cosa chute. Lo leí no sé dónde recientemente:
«Nuestro plan consistía en ser pobres, anónimos y puros y más adelante conquistar el mundo por sorpresa»
Pues eso. Por cierto, sí sé dónde. En Franzen. Uno de esos tíos que escriben y dices deixa’t de retweets, nen, que ets un merda. Hablando de lo cual, lo cierto es que los RTs empezaron a llegar. Y una cierta impresión de que gentes muy selectas comenzaban a saber que había una mierda llamada La Caverna Azulgrana. Ah, el nombre: ¿saben cuando releen la conmovedora redacción que hicieron a los 13 años y que ganó un premio en el cole y fue leída y la imprimieron y llegó a las casas de los padres y sólo quieren asesinar al niño que fueron diez minutos antes de cagar el engendro? Eso me ocurre con el nombre. Pero es mi zurullo. Y sostengo que una vez me leyó Belletti desde no sé dónde en Brasil. No tengo pruebas, pero tampoco dudas.
Mil veces me he preguntado por qué este rincón llegó a ser mínimamente algo dentro del océano de palabras en que se ha convertido el mundo de la información y las redes. A este respecto, no teman que no me flipo. Hace muchos años que no leo las Google Analytics porque no saben ustedes el nivel de la humillación. Veinte visitas, treinta. Y el día que lo superpetas, hostias, 1.150 visitas. Es vergonzoso todo.
Me he respondido que una parte de este minúsculo éxito está en el tono. Creo firmemente que para disfrutar el fútbol no es necesario comprender que los laterales a distintas alturas dejan libre al tercer hombre y permiten encontrar salida por dentro, todo ello con una palabrería Deloitte que te pasas. Igual un servidor está haciendo un elogio de la ignorancia, pero disfrutar el fútbol no pasa necesariamente por desentrañar sus misterios tácticos. Amigos, nadie nunca habrá escrito mejor que Tolstoi (por cierto, querido Tolstoi, el otro, si me lee, le echo de menos. Gracias por aquellos párrafos) pero me es rotundamente indiferente por qué Tolstoi era el mejor, me la trae al pairo su uso de la voz del narrador, sus vericuetos gramaticales, sus técnicas narrativas, su maestría adjetivadora. Y pese a todo este generoso chorrear de la entrepierna, qué manera de gozar de Tolstoi. En esto seguramente esta su Caverna fue contracultural: un viejo complejo del periodismo deportivo ha arrastrado en los últimos lustros a los periodistas a la literatura elevada y a la hipersofisticación táctica como medidas de autoafirmación. Y fuimos en dirección contraria.
Servidor, con todos sus problemas de ego, no tuvo jamás este problema: en ocasiones la taja y a veces el Stendhal me arrastraron a la lírica (y fui justamente humillado por ello) pero en general el único ingrediente que le he dado a la cosa ha sido pasión y barra de bar. No entiendo el fútbol de otra forma. El fútbol es el mayor y mejor entretenimiento que uno ha encontrado en esta vida, verlo en el bar con los cuatro sucnormales de siempre es una fiesta que no acaba. Añádanle que pillamos a Messi, Xavi, Iniesta y Busquets con Guardiola. Creo que la turba analfabeta que nos pasamos por aquí agradecemos un tono de bar, no de claustro de universidad del siglo XIX.
Una segunda movida: ocurre que en el blog si Mascherano es una mierda, hemos dicho que Mascherano es una mierda, un atraso, una vergüenza, un reventar de retinas. Y si Puyol es el mayor horror estético que hemos visto en esta era, pues también lo hemos dicho. Y miren que en este caso, de forma insólita, hay un amigo en común. Pero al no ser uno ya periodista, no teme al club, no teme esas llamadas, ni esas consecuencias indeseadas sobre el medio en que trabaja. Sabrán ustedes que en una ocasión escribí enormes barbaridades, todas ciertas, sobre Tamudo, De la Peña y Luis García. Lo hice en un medio, y llevaba lustros fuera del medio que el querido medio seguía vetado para los tres astronautas del MIT.
Escribir desde un blog es gratis. Y sí, uno trata de ser responsable y a veces hasta de ser persona, pero amigos, qué mierda infame de Mascherano nos comimos durante interminables años. Y sí, también resulta preocupante comprobar que parte del pequeño éxito de este rincón fue no temer represalias, porque represalias no podía haber contra nada ni de ningún modo. No les aburriré con más dramas periodísticos, pero sí: las instituciones ejercen su poder, con dinero, con amenazas, con cargos; y los medios son muy vulnerables a ello, porque seguramente ustedes saben que no es este sector exactamente Silicon Valley. Permítanme añadir un algo absolutamente fuera de toda falsa modestia: tiene más mérito cualquier periodista que hace Barça intentando confirmar una noticia con ese ente demencial que es este Barça que todos los blogueros beodos de esta parte del mundo. Porque quiero creer en un mundo en que la noticia hace pipí sobre el artículo de opinión, otro día les cuento.
La tercera virtud de este mi frankenstein ha sido la saña y alegría y sadismo y puede que a veces lucidez con que hemos glosado el horror nuñista de los últimos años. Creo firmemente que Rosell y Bartomeu son dos personajes lamentables para este club, dos tíos que te aparecen en el año 70 y desaparece el club. Pero lo pillaron en lo más alto y con Messi a bordo y más o menos les hemos sobrevivido. He observado que mis lectores comparten algunas de estas ideas. Casa meva, casa vostra.
No quiero acabar sin hablarles de fútbol. Hace 12 años aquello era el derrumbe, el postrero adiós de la generación Rijkaard. Pero miren, uno intuía que había un fuego y había un futuro, que Messi era algo monstruoso y que Xavi e Iniesta tenían una edad para creer. Ahora, con la década más triunfante de la historia a las espaldas, el vestuario anda renqueante del lógico choque generacional, de la falta de oxígeno, de los nefastos fichajes, del omnímodo poder que ejercen los más veteranos. Sabemos que los vestuarios divididos tienden a perder, y la derrota de Bilbao, joder, la hemos visto mil veces, y no es suerte: es lo que se quieren los jugadores. Esos detalles de las áreas son la resonancia magnética que revela el alcance del mal en un equipo. Y sí, esta era se apaga. Pero se apaga jugando claramente mejor que con Valverde, y se apaga con una gente que nos lo han dado todo y nos han alargado la vida. No me gustaría ser La Banda viendo a La Bestia Parda y Busi por el retrovisor. No me gustaría ser el Nápoles. Ni siquiera me gustaría, y creánme que es así, ser el vigoroso y triunfante Liverpool. Me gusta ser del equipo del último Messi, del último Busquets, de De Jong, Ansu y Ter Stegen.
Y 12º y último párrafo. Esto del blog es una mierda y me ha consumido horas sin fin. Ha sanado parte de una herida, me ha permitido conocer gente y jugar a los justicieros. Sé que ustedes y yo tampoco somos tan amigos, pero les comunico formalmente que el 18 de marzo, a las 20.00 horas, con motivo de la vuelta de los octavos de final de Champions que empiezan a las 21.00, les invitaré a cuantas cervezas sean necesarias. Será divertido y patético. Será incómodo y demencial. Pero como ocurre con el blog, en algún momento también será maravilloso. De algún modo habrá que agradecerles estos muy vivificantes 12 años de venganza.
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