La transmigración de las almas, los gemelos separados al nacer, las medias naranjas. Larga es la literatura del tocomocho que nos explicaría la asombrosa cosanguinidad de Ronald Araujo y Jesús Quintana, The Jesus. Nacidos en distintas eras y a 9.763 kilómetros de distancia, volver al siniestro jugador de bolos de El Gran Lebowsky nos recuerda la naturaleza de nuestro cuatro (porque, nens no mireu, luce el cuatro).
Pero ahí están los datos, tozudos e incontestables, que nos indican que Ronald Federico y el Yisas son un mismo ente.
Estética mara salvatrucha reformada. Si existen en tu antecedentes familiares de Sendero Luminoso, por un lado, y en la mara Salvatrucha, por el otro, pero tú lograste contra pronóstico alfabetizarte y lograr un curro estable donde nadie ha avistado tus tatuajes ni tu certificado de antecedentes, muy probablemente lucirás esa perilla, ese peinado. La vida les enseñó a Jesús y al Ronald que transmitir esa sensación permanente de amenaza es un buen negocio.
Complicada relación con lo esférico. El personaje interpretado por John Turturro pasa a la iconografía moderna por lamer la bola; no crean que el intocable defensor del Barça conoce mucho mejor el sentido de ese objeto esférico y con tendencia a rodar y botar.
Religiosidad confusa. El Yisas habla de sí mismo en tercera persona y con artículo, inequívocas señales de honda y evangélica esquizofrenia. Bien, Araujo firmó remató ayer el comunicado en que explica su decisión de operarse con el siguiente salmo: «Con Fe y trabajo duro daré lo mejor de mí para volver lo más rápido posible. Abrazo y bendiciones! Todo lo puedo en Cristo que me fortalece».
El peso de los antecedentes. Al personaje del Gran Lebowsky se le conoce un pasado delictivo, también con Araujo haríamos bien de mirar atrás y descubrir algunas sombras. En efecto ahí están los aromas de Puyol, las reminiscencias de Migueli, en el retablo de todo aquello que evoca este uruguayo de músculos de titán y salud decimonónica. Y bueno es recordar que a cierto barcelonismo, a la mitad mala, le chifla el asunto.
Nobody. En efecto, le queremos en nuestro equipo, con su navaja, su mirada iluminada, su necesidad de ganar. Pregunten al Nota, él lo sabía bien: nobody fucks with the Jesus.
Firmo Albert Martín y nací en Barcelona en 1980. A los cuatro años hablaba de fútbol y estoy atado a las miserias de este equipo desde 1987; los insultos de mi padre y mi tío a once tíos de azulgrana que perdieron 1-2 ante el Sabadell me hicieron 'culer'. Recuerdo confusamente que un día llegó Cruyff y convirtió el suplicio en arte y aquel club oxidado en hoguera de vanidades. En plena pesadilla gaspartiana vi desde Lisboa un Madrid-Barça que La Banda ganó 2-0 con gol de Judas. Luego murió Kubala y comprendí que había llegado la hora de hacerme socio. Para entonces ya sólo podía ser periodista y me acogieron en 'El Mundo', donde publiqué 'El callejón del ocho'. Después me fui a 'Público'. Durante décadas, el Barça implicó lágrimas, culo prieto y miedo a cruzarse con un kiosco. Pero nos quedaba una profecía por cumplir y se sucedieron Ronaldinho, Xavi y Messi para aclarar que éramos 'foda'. Un día de invierno me encontré con que mi Caverna había sobrevivido a mi diario y perdí ciertas vergüenzas: no me importa ya reconocer que sueño fútbol casi todas las noches.
Postdata: Aún tiro caños y no olvido una cosa que escribió Hornby: "La única diferencia que hay entre ellos y yo estriba en que yo he invertido más horas, más años, más décadas que ellos, y por eso comprendo mejor qué sucedió aquella tarde".
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