Bajas pasiones

Gente dura

3 noviembre , 2010

Dejen que les cuente que la grada del Parken Stadion se tomó el partido como el acontecimiento del año. Los daneses no son cosa menor: no llegan a los cinco millones y medio de personas y siguen sacando la cabeza en los mundiales y eurocopas. Es el suyo un país donde se entrena a temperaturas terribles, en que la fuerza física llega aparentemente con el parto, en que hay documentados casos de bebés que se alimentan a mordiscos de la nieve pisoteada.
He tenido la suerte de jugar a fútbol con un danés. Olviden a Laudrup y otras excentricidades. Un danés es alguien permanentemente dispuesto a tirarse por los suelos para barrer lo que haga falta, alguien que se disloca la rodilla y entre escasas muecas de dolor -¡clac!- se la recoloca en su sitio. Alguien que ha crecido viendo despuntar en el equipo de su pueblo al gran Gravesen, gente que el día del gran partido consigue una decena de entradas para sus amigotes pero que al final acaba perdiéndoselo por motivos de trabajo sin una triste queja.
Por todo eso, el empate del Barça sabe a victoria. ¿Es que no vieron cómo iban los daneses? Fue un gran resultado de un equipo forjado a imagen y semejanza de su entrenador: pretende ser elegante pero es tan orgulloso y pendenciero como el que más. Gente tan dura que, en algún instante, casi pareció danesa.

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