Nunca vistos

Los nunca vistos (VI): Christian P.

13 marzo , 2011

Tenía un perfil altanero, andares elásticos, sonrisa confiada y movimientos de estrella del hip-hop. Practicaba todo tipo de deportes violentos, como el windsurf, el ciclismo o el tenis de mesa. También el fútbol, por supuesto. Esta dispersión no respondía a unos gustos eclécticos, sino al natural omnívoro de este competidor nato.

Conocí a Christian en unas playas batidas por la tramuntana. Su chulería franca y natural deslenguado casaban perfectamente con sus preferencias futbolísticas: él era de La Banda. “¡Júlio Batista!”, gritaba cada vez que recibía el balón [sí, también a él le costaba esa molesta pe que suele ignorarse en Madrid]. “¡Gol de Júlio la Bestia Batista!”, clamaba cada vez que marcaba en el mundialito que hicimos.

Menudo, pero musculoso y explosivo, se hacía difícil quitarle el balón entre las dunas de la playa. Tenía rodillas de granito y no se inmutaba con los golpes, rascadas y magulladuras propias del fútbol playa. Jugaba fácil en ataque, era pegajoso y arácnido en defensa. Nos ganó infinidad de veces; aquella sería la primera vez que odiamos y admiramos el cuello de búfalo de Baptista.

Al día siguiente, un grupo de corpulentos franceses de origen magrebí nos retaron a un durísimo cinco para cinco en la playa. Tal vez nos juzgaron por el tamaño; se equivocaron. Christian no fue ninguno de los dos lesionados de nuestro equipo en aquella guerra polvorienta que protagonizamos sobre la arena y que, pese a las bajas, ganamos por 5-2 o 5-3. Jugó por la banda, jugó arriba, jugó abajo, jugó de portero. Forcejeó, esprintó, insultó sotovocce, sonrió, desafió y venció. Exactamente lo mismo que hacía en esas discotecas donde se las apañaba para, de algún modo, mirar desde arriba a jamelgas que le sacaban un palmo largo.
Le recordaré por esa sonrisa torcida y su trash-talking afilado. Así era esta Bestia. Allí donde esté, que descanse en paz; bien se lo ganó.

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