En diciembre, cuando pillemos a papá Neymar, habrá concluido la pantalla bonus a que nos ha dado derecho ganar esos títuos menores que no son la gloriosa Copa del Rey que puso Franco. Menores en apariencia. En el caso de Mónaco*, la Supercopa es un desfile de equipos que han aportado algo al fútbol en el último lustro. Allí ha estado el Shaktar de Lucescu y Srna, un equipazo. El Atlético del Kun, que cuando se ponía, era el único capaz de desarbolar a este Barça. El Sevilla, que fue un asunto mayúsculo alrededor de Kanouté y Alves. También al Zenith de los petrodólares y Arshavin. Y por supuesto, dos monumentos a la gerontocracia como el Milan y el Inter. A Mónaco van los grandes y de Mónaco sólo salen campeones los grandes de verdad (prueba de todo ello está en que allí no concen a Sergio Ramos).
Por esa razón el Barça ha acelerado en modo Abdoujaparov y ha aprovechado estas pantallas bonus para superar a La Banda en títulos ganados. Los dos principales títulos son la Champions y la Liga, claro, pero bien está que los Quincazos se acostumbren a mirar por el retrovisor. Vamos a más, que lo sepan: la verité est en marche et rien ne l’arretera.
PD. Servidor concluyó esta semana que nació para ver jugar a Messi. Nada le llena tanto.
PD2. Alexis Sánchez. Vértigo, adrenalina y erecciones.
PD3. Cesc Fàbregas: en pleno agosto parece la mejor adquisición de este club desde un tío llamado Ronaldinho. Mal fichado, eso sí. Sex, traïdor, si n’ets de bo!
Firmo Albert Martín y nací en Barcelona en 1980. A los cuatro años hablaba de fútbol y estoy atado a las miserias de este equipo desde 1987; los insultos de mi padre y mi tío a once tíos de azulgrana que perdieron 1-2 ante el Sabadell me hicieron 'culer'. Recuerdo confusamente que un día llegó Cruyff y convirtió el suplicio en arte y aquel club oxidado en hoguera de vanidades. En plena pesadilla gaspartiana vi desde Lisboa un Madrid-Barça que La Banda ganó 2-0 con gol de Judas. Luego murió Kubala y comprendí que había llegado la hora de hacerme socio. Para entonces ya sólo podía ser periodista y me acogieron en 'El Mundo', donde publiqué 'El callejón del ocho'. Después me fui a 'Público'. Durante décadas, el Barça implicó lágrimas, culo prieto y miedo a cruzarse con un kiosco. Pero nos quedaba una profecía por cumplir y se sucedieron Ronaldinho, Xavi y Messi para aclarar que éramos 'foda'. Un día de invierno me encontré con que mi Caverna había sobrevivido a mi diario y perdí ciertas vergüenzas: no me importa ya reconocer que sueño fútbol casi todas las noches.
Postdata: Aún tiro caños y no olvido una cosa que escribió Hornby: "La única diferencia que hay entre ellos y yo estriba en que yo he invertido más horas, más años, más décadas que ellos, y por eso comprendo mejor qué sucedió aquella tarde".
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