Blanco impoluto

La Banda como síntoma (II): Todo por la pasta.

24 agosto , 2011

No les quiero aburrir con la enésima explicación de la crisis económica que desangra al primer mundo. Lo hizo este lúcido anciano. Lo hicieron los amigos de Inside Job y el autor de Españistán. Pero permítanme que sí rescate la opinión de empresarios y expertos que aseguran que ésta ha sido, sencillamente, The greed crisis, la crisis de la codicia, una hecatombe predecible y causada por la falta de valores de individuos con un enorme poder.

Eso es La Banda del Delincuente Primero: un monumento a la falta de valores. Vale todo para ganar, y lo que es más asombroso, vale todo para perder, para arrastrarse por los cenagales, para ser la vergüenza del planeta, para motivar a un Barça legendario que lo ha ganado todo y que corría el riesgo de echarse a sestear. Florentino debería saber que antes de crear esta infamia que es su Banda, ya existía un deporte llamado vale tudo y que ofrece instantes edificantes como estos. A eso juega el Delincuente Segundo: a decir que el rival se dopa, que compra árbitros. A lo que haga falta. ¿Les sorprendería que pagaran a un chalao para que atentara contra Messi? A estas alturas, ya no sabemos dónde está el límite; es lo que tiene la falta de valores: te tiras por el tobogán y el resto es sencillo.

Sólo Florentino podría parar esto, echando a Mourinho, dimitiendo en junio. Pero conviene recordar quién es el Ser Superior. Un milmillonario de la especulación y el ladrillo que durante toda su vida sólo se ha preocupado de levantar barreras entre él y la plebe. Alguien, cosa tremenda, a quien sólo le importa ganar dinero. Fueron él y los que son como él los que trajeron la crisis más grave a Occidente en 80 años, una crisis que amenaza a la gente mayor, a las familias y a toda una generación de jóvenes.

A este Enemigo Público le ampara su poder -que emana de su dinero- y su Central Lechera -que vive también de su dinero-. Sólo caerá si el madridismo en pleno abre los ojos, hincha los pulmones, y silba. ¿Qué puede hacer, mientras, el Barça? Seguir humillando a un hombre que en 64 años sólo ha conocido la derrota, el oprobio y la vergüenza gracias a Ronaldinho, primero, y Messi, después. Seguir humillándole en un pequeño acto de justicia universal.

Pero que nadie se engañe: esto es sólo fútbol, y cuando hayamos acabado con él, seguirá dedicado a lo que ha hecho toda su vida: joder al planeta para comprarse un barco nuevo.

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