*Si quieres repasar el partido, pasa al párrafo 1.
*Si quieres desfogarte contra el juego sucio de los Quincazos, pasa al párrafo 2.
*Si necesitas renegar de la defensa del Barça, pasa al párrafo 3.
*Si crees haber visto a un equipo aterrorizado sobre el césped, pasa al párrafo 4.
*Si quieres refocilarte con el juego azulgrana, pasa al párrafo 5.
*Si tienes la impresión de haber visto a Nureyev vestido de azulgrana, pasa al párrafo 6.
Un partido de verano. Posesión 69% a 31%, 22 chutes a Casillas por nueve a Valdés. Lo de siempre. Superado el accidente emocional de mayo del pasado año, la superioridad de unos sobre otros sigue siendo incontestable. Pero amigos, éste es un juego caprichoso y absurdo que dominan los detalles, de ahí el 3-2 final.
Odiar. Una sombra ha visitado esta noche el Camp Nou. La concentración de guiris y palangres que asistió al Templo se ha llevado una mayúscula sorpresa: la delincuencia de los Quincazos es aún más notable en vivo. A cada acción y a cada contacto, el Mal se hace visible, se huele, se toca. El horror, el horror.
Algunos hombres malos. Ha pasado un verano, han volado otros 35 millones y el Barça sigue en manos de una defensa frágil, que no domina los espacios, que se harta de dar regalos, que lo fía todo a acciones milagrosas y que es incapaz de concentrarse. Una defensa, en definitiva, que sigue huérfana de ese superhéroe llamado Abidal. A la grotesca orgía de los centrales se unió ayer Valdés, patrón de bate. Lo suyo es preocupante: en un año entero sólo ha sido decisivo en dos partidos importantes. En ambas ocasiones regaló tantos a la Fundación Khedira.
El trauma. Qué gran consuelo saber que la próxima semana volvemos al Bernabéu. ¿Imaginan que cada partido fuera contra ellos? ¿Cada miércoles y domingo? ¿Sabi contra Iniesta día sí y día también? Qué placer incomparable poder demostrar victoria a victoria y pared a pared que esta Banda es un Sestao de multimillionarios, un equipo cobarde, un equipo cuya psique sigue atrapada en el 29 de noviembre de 2010. Sus patadas, sus contras y su esfuerzo a duras penas disimulan la pura verdad absoluta: el de Mourinho un equipo traumatizado que sólo quiere una cosa: que el partido acabe cuanto antes, irse a la cama y sonreír porque no le han metido cinco ni seis.
Fútbol. El monumento al fútbol que son Busquets, Xavi, Iniesta y Messi es emocionante. Cada semana dejan arte, y cada semana nos recuerdan que un día nos moriremos o, peor, que un día se retirarán. Cuando juegan ellos, el mundo se para. Y hasta un deporte tan demencial como el fútbol calla y asiente.
Y el genio. Iniesta dormitó una parte entera y acabó desfondado. Pero levitó durante 20 minutos. Ingravidez y vértigo. Qué crueldad es para Zidane que el fútbol haya dado con su mímesis tan pronto. Ya nadie le recuerda. Ahora el balón es del Ángel Exterminador.
Firmo Albert Martín y nací en Barcelona en 1980. A los cuatro años hablaba de fútbol y estoy atado a las miserias de este equipo desde 1987; los insultos de mi padre y mi tío a once tíos de azulgrana que perdieron 1-2 ante el Sabadell me hicieron 'culer'. Recuerdo confusamente que un día llegó Cruyff y convirtió el suplicio en arte y aquel club oxidado en hoguera de vanidades. En plena pesadilla gaspartiana vi desde Lisboa un Madrid-Barça que La Banda ganó 2-0 con gol de Judas. Luego murió Kubala y comprendí que había llegado la hora de hacerme socio. Para entonces ya sólo podía ser periodista y me acogieron en 'El Mundo', donde publiqué 'El callejón del ocho'. Después me fui a 'Público'. Durante décadas, el Barça implicó lágrimas, culo prieto y miedo a cruzarse con un kiosco. Pero nos quedaba una profecía por cumplir y se sucedieron Ronaldinho, Xavi y Messi para aclarar que éramos 'foda'. Un día de invierno me encontré con que mi Caverna había sobrevivido a mi diario y perdí ciertas vergüenzas: no me importa ya reconocer que sueño fútbol casi todas las noches.
Postdata: Aún tiro caños y no olvido una cosa que escribió Hornby: "La única diferencia que hay entre ellos y yo estriba en que yo he invertido más horas, más años, más décadas que ellos, y por eso comprendo mejor qué sucedió aquella tarde".
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