Balones con forma de tibia (VII): Ren Hang

Los fans de los vídeos caseros de niños japoneses pegándose galletas y del inmortal Humor Amarillo están de enhorabuena. Tenía que ocurrir. Esa superpotencia del politramautismo llamada Asia ha descubierto esta sección. Lo hizo en enero y a lo grande: en plena Copa de Asia, un infeliz saudí llamado Hazazi encara la portería. Tras él, un hombre, un chino, todo un Ren Hang, le persigue y, cuando ya le tiene bien metido en el área, le da caza. La acción tiene de todo. El tal Hang se confirma como la nueva estrella del penati grotesco: cálculo nefasto, hostiazo descomunal, kilos de barro por los aires y en plena segada, el gestito de «no le toco, arbi». Aún hay más: en plena discusión sobre la acción uno de los comentaristas pronuncia el palabro «infamia». Y para más inri, el tal Hazazi, sin duda conmocionado, se permite mandar un beso a la grada instantes antes de lanzar horriblemente el penalti para fallarlo. Maravilloso.

El asunto puede parecerles extemporáneo, pero nada más lejos. Ésta ha sido la semana en que hemos visto a Turan implosionar y convertirse en Banksy, a Raúl García batir un nuevo récord personal de faltas de amarilla para arriba en un solo partido, a un equipo que tenía a un lateral en comisaría pero que debió tener allí a toda la plantilla y a parte del cuerpo técnico; hemos visto reabrirse el debate sobre si se puede ser más violento que La Banda de Mourinho. Y todo ello con un solo culpable, el villano Neymar. 

En verdad, amigos, que conviene sentarse, echar mano del minibar y disfrutar de este deporte inventado por los dioses que permite que profesionales como Ren Hang homenajeen al Atleti perpetrando obras de arte como ésta: 

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