4-3-3

Dramas extemporáneos

9 abril , 2015

Les gustará saber que a la hora del Celta-Barça del domingo pasado me ausenté de mi cita con el bar y preferí la conversación de una embriagadora señorita. Tan estimulante compañía era ya octogenaria, y entre licores y alcoholes soltó la siguiente reflexión:

-Odio cumplir años, pero la alternativa es peor.

Sus palabras no me han abandonado esta semana. Ya lo han visto: han vuelto los días del mal rollo y las crisis de identidad. En Vigo hubo poco fútbol y contra el Almería aquello pareció una sesión de team-building de una docena de funcionarios de correos. Y el buen culé, claro, se preocupa y vuelve al diván y cuestiona un juego simple y mediocre.

Aquí ya abogamos en su día por dar tiempo a este equipo y por no asfixiarlo con una comparación absurda y opresiva: la que le enfrenta al mejor conjunto que ha conocido jamás balón alguno. Y ahora, a falta de 24 puntos en la Liga y con tres títulos a tiro, igual hay que insistir en un par de asuntos. El primero es que nadie, nadie en absoluto, aguanta a su mejor nivel de enero a junio. El enero y el febrero que hicimos fueron excepcionales, con cumbres de buen fútbol y atropellos severos al Atlético, al Villarreal o al City. Aunque eso conlleve caídas en el rendimiento, no está mal rotar un poco y oxigenar a los que, llegado el momento, danzarán junto al abismo.

En segundo lugar, la racha desde Anoeta es ya de 20 victorias en los 21 últimos partidos. Un dato tremendo en un equipo que comienza y con piezas nuevas en todas las líneas. De fondo, ya lo saben, un tema crucial: o ganamos nosotros o lo hace La Banda de Cristiano, ese alegre muchacho que convierte cada celebración en un insulto. Hagan memoria: hace sólo cinco meses, eran el mejor equipo de la galaxia. Hoy están fuera de una competición y a nuestra cola en otra. Y habría que valorar ese logro.

Todo lo anterior debería ser compatible con afirmar que el estilo del equipo ha cambiado a peor, que hay que exigirse la excelencia porque es nuestro único sello y el motivo por el que los mejores futbolistas del planeta sueñan de niños con jugar en el Camp Nou, y en el fondo, la razón de ser del Barça. Por todo ello el dúo grotesco que son Rexach y Braida harían bien en tener como primerísima prioridad la incorporación de un pelotero en el centro del campo, alguien que devuelva a este equipo la condición de amo y señor del balón; y por esa misma razón ningún título debería frenar la autocrítica.

La cruda realidad es que hace tres años, ninguno de ustedes se habría saltado un Celta-Barça porque cualquier partido era una joya imborrable. Hoy, ya ven, nos disculpamos los unos a los otros si a la hora del fútbol se nos ocurre departir con una anciana para seguir el partido por Twitter. Nos podemos poner melancólicos, pero sin dramas: ahora nos jugamos la vida y efectivamente, la alternativa es peor.

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