Los nuestros

Las notas (I). La peluca mecánica

16 junio , 2016

No son perfectos. En realidad, a veces son un puto chiste, una línea impropia de un conjunto histórico. Nos recuerdan nuestra propia mortalidad, nos avisaban que lo del Atleti en Champions era posible y que nos lo podía hacer casi cualquiera. De un año a otro hemos pasado de encajar 38 goles a que nos metan 51 y es evidente que es la zona del equipo donde son necesarios más refuerzos. Pero qué gran risa y placer es pensar que en esta época dorada en que convertimos el fútbol español en nuestro cortijo lo hicimos con Mascherano en el once, con Mathieu de primer suplente, con un Piqué que hay días que parece haber apostado contra el Barça, con Alves y Alba, dos tíos con alma de delanteros, y con un formidable elenco de tuercebotas apareciendo sobre el césped en los días tontos. La conclusión, amigos, es que lo hemos pasado en grande. Con ustedes, la defensa del Barça: larga vida a la multicampeona Peluca Mecánica.

Bravo. 8. Inmaculado. Urge inventar el emoticono de Bravo. Sería una cosa así :-[ y definiría al tipo serio, profesional, reconcentrado y que sabe que la vida le acabará dando un buen palo. Cuesta imaginarle distensiones, hobbies ni entretenimientos. Llega, calla, para, grita, manda, para y para casa. Una bendición para el equipo. Bravo, capitán sin brazalete, ha culminado un año correcto, sin grandes proezas pero con poquísimos errores [falló a penas en un gol en propia puerta de Rakitic contra el Valencia]. Si tuviéramos que destacar algo de su temporada, sería su asombrosa capacidad para evitar los festejos: el Barça ganó cuatro títulos este año, pero Bravo, titularísimo y con ese festivo apellido, estuvo en el campo sólo el día que tocaba besar la Intercontinental. Luego se lesionó a tiempo para perderse los dos partidos definitivos de la Liga y, aunque asistió a la familiar juerga del Camp Nou, ese día se publicaba que estando en la Real habría cobrado en negro parte de su salario. ¿Qué cara se les queda? Practiquen :-[

Ter Stegen. 7. Adolescente. Cuando uno es tan bueno, parte del secreto está en su autoestima. Por eso a veces los errores pueden ser fatales. El bueno de Ter Stegen empezó la temporada como el chaval que se encamina al baile de final de curso dispuesto a darle un buen revolcón a Mary Jane para darse cuenta, en el momento de aparcar y salir del coche a las puertas del instituto, que le ha brotado un descomunal grano purulento en la punta de la nariz. Eso fueron para Ter Stegen los puros de San Mamés (cuatro golitos) y la Supercopa de Europa (otros tantos). Su fútbol sobrado súbitamente se tensó, se disipó su brillantez y le tocó, por primera vez desde que llegó a la terrible portería del Camp Nou, escuchar murmuros. Ter Stegen pronto se puso a tontear con otros equipos y no fue casualidad que llegado el momento decisivo de la temporada no le parase el uno contra uno a Torres, esa lepra antigua que sólo afecta a los culés, ni el cabezazo a Griezmann. Ninguno de esos tantos fueron su culpa, pero a un crack se le piden milagros y estos no llegaron: bien saben de lo que hablamos en Munich. Como consuelo, esa final de Copa ante el Sevilla, con la parada en la falta a Banega, en la que le recordó al mundo que el acné es un mal que un día pasa. Ese día, que dios perdone a Bravo :-[, porque querremos al alemán, capaz de proezas como ésta, de titular en nuestro equipo.

Masip. S/C. Go-Pro. Tal ve nunca lleguemos a saber qué tal es este buen hombre bajo los palos. No importa, tenemos grandes planes para él: desde este influyente foro nos gustaría pedirle que protagonice un proyecto Jackass y grabe un día un entrenamiento con una Go-Pro incrustada en la frente. Nos interesa que en su equipo estén Mathieu y Mascherano y enfrente la chavalada toda. Por lo demás, amigo Masip, el aplauso a los que no juegan, callan y tienen la fuerza mental de celebrar los goles del equipo.

Alves. 8. Depredador. Con 33 años y más títulos que Pelé, ha mostrado más espíritu competitivo que Aleix Vidal, por no hablar de Adriano. Ha sido indiscutible en una de sus campañas menos lucidas números en mano: un golito y tres asistencias, la primera de las cuales llegó ya en abril. Compensó esa discreción ofensiva con buenos partidos atrás en el tramo decisivo de la temporada. Porque en efecto, en primavera despertó el animal competitivo que lleva dentro. ¿Cómo lo culminó? Con la exhibición de fe en el 2-0 al Granada, con esa asistencia que cerraba la Liga. Fue en su penúltimo partido como azulgrana y así debemos recordarle (no tomen estas líneas como nuestra despedida formal, que llegará en próximos días entre grandes alaridos de dolor). Por último, gracias Dani por esto, por esta genialidad, por tu infinito talento para presidir las pesadillas más sudorosas de los nuñistas que han colonizado este club.

Aleix Vidal. 3. Dioni. Hay que ser sinvergüenza e impresentable para hacer estos cinco meses después de haber peleado durante tanto tiempo en el infrafútbol para llegar a la elite. El verano pasado un antiguo entrenador suyo contaba a la audiencia que le escuchaba en una pollería de la N-340 (sí, amigos, así es el glamour) cómo le costaba reconvenir al Aleix adolescente, que era un pieza. Habló de castigos, de suplencias, de mandarle a la ducha en algunos entrenamientos. Si ése es el camino, Lucho boma yé. A pesar de todo, démosle otra oportunidad, a los laterales capaces de irse por piernas de Ramon no conviene enterrarlos antes de tiempo y éste bien podría acabar siendo titular en nuestro equipo.

Douglas. 0. Torbe. El moñito debió habernos advertido de que este tío vino aquí a rodar porno malo y posiblemente delictivo. La impresión de que se ha reído de todos nosotros desde siempre no hace sino crecer y a estas alturas ya no nos importa si lo vendemos o lo cedemos: no sólo queremos que no vuelva a pisar Barcelona, ahora queremos venganza. Pedimos formalmente su confinamiento en algún iceberg del Círculo Polar Antártico, su ingreso en el monasterio de Montserrat o  la donación de su cuerpo a la ciencia para que experimenten con él ante el auge de nuevas pandemias.

Sergi Roberto. 9. Fundamental. Fundamental, de fundamento, cuarta acepción: «Raíz, principio y origen en que estriba y tiene su mayor fuerza algo no material». Sergi Roberto ha confirmado al fin, cuatro años después de irrumpir en el primer equipo, qué le vio Guardiola. De pronto, ha aparecido ahí un futbolista con una calidad typical Masia, un toque de balón pulcro, incapacidad congénita para fallar controles y pases fáciles y hasta capaz de protagonizar raptos salvajes de genialidad. Con él ha nacido un pelotero de los de toda la vida equipado con un sorprendente cambio de ritmo. Su presencia ha sido imprescindible en un año en que se ha ganado con 14 jugadores (12 de campo) porque de golpe pareció olvidar sus dudas y se comportó como un futbolista seguro y ambicioso. Para añadir mérito al asunto, le ha tocado jugar en multitud de posiciones y no se le recuerda una mala tarde. Decía Cruyff de Amor o Eusebio que era importante tener jugadores que nunca estaban por debajo del seis y eso hemos encontrado en él. Si se resistiera un lateral derecho de nivel mundial y Aleix sigue dedicado a los furgones blindados, no tendríamos dudas en darle a él el puesto. Bien se lo han ganado él y su psicóloga.

Piqué. 9,5. Periscópico. Este pájaro salido de American Pie alcanza ya la asombrosa edad de 29 años, acumula retoños, patrimonio, empresas y sí, amigos, ha madurado. Eso, en un central, no quiere decir que no cometa errores preescolares ni que haya decidido jugar todos los partidos como si fueran el último de su vida. No, no es su estilo, pero Piqué ha comprendido qué días tiene que estar perfecto. Aunque seguramente pudo hacer más en el gol de Torres en el Camp Nou, estamos ante una de sus mejores campañas en defensa. De hecho, vuelve a parecernos el mejor central del mundo, sin necesidad de grandes hostias ni movidas intimidatorias. Si a eso le añadimos su capacidad goleadora (ha marcado tantos goles como Iniesta, Sergi Roberto, Alba, Alves y Adriano juntos) estamos ante un jugador descomunal que explica, en parte, la trituradora de récords que tenemos ahí montada.

[Un poco de palo, que somos La Caverna]

Pero disculpen ustedes, es Piqué, un ungido del upper, y claro. En el momento del año en que el equipo volaba, fue el primero en mandar un mensaje de distensión, sobradura y pito fuera con sus alegres Periscopes. Mathieu fumando, Aleix Vidal admitiendo que no le importa un carajo ser suplente… En fin, las grandes cagadas siempre empiezan por la relajación de uno, que pasa a otro, y a un tercero. Y en esto, Piqué sigue siendo un mono con una ballesta. La conclusión, la de siempre: si es insoportable para nosotros, imaginen para los bandófilos.

Bartra. 4. Christanval. El club le homenajeó en su adiós con un hashtag y unas fotitos y cosas lacrimógenas y miren, ya que los homenajes son gratis, desde aquí queremos reivindicar la figura de Christanval. Igualitos: físico imponente, grandes expectativas y el favor incondicional de una parte de la grada. Sí, amigos, a Bartra le defendía la melindrada culé amiga de un equipo formado por once Puigdevànols mientras que a Christanval le apoyaba ese nutrido sector de gente que considera que un central NAF nunca está de más. Me temo, amigos, que no encontrarán aquí lágrimas ni lamentos por su adiós. Les diré más: ocho quilazos, muchos nos parecen. Recuerden que hablamos de un tío que no convenció ni a Guardiola, ni a Tito, ni a Roura, ni a Tata, ni a Lucho en los tiempos del Puyol reumático y el Mascherano indiscutible. ¿Todos le tuvieron manía? Sí, mire, no me interesa, no compramos biblias, no vuelva a llamar.

Mascherano. 8. Vital. Don Javier Mascherano se crió en Argentina, creció en River y se dio a conocer en el Liverpool. Bien comprendimos en su debut con el Barça, cuando vio una amarilla a los tres minutos que bien pudo ser roja, que estábamos ante un atentado contra la Masia. El hombre, ya saben, acabó en el eje de la zaga para hacer un trabajo que jamás había hecho antes. Él, más bajito incluso que Puyol y con un hábito de trotar y anticiparse que han convertido su presencia en el eje de la zaga en una tortura semanal que dura ya seis años. El dolor de córnea se ha prolongado esta campaña, pero ha logrado no llevarse el Barjuan. Menos horrendo que otros años, estuvo impecable en la agónica recta final de la temporada. Eso sí: qué casualidad que Torres y Griezmann anotaran en su zona los goles que nos dejaron sin Champions.

Habrán visto no obstante, que consideramos que su campaña ha sido notable. Sí, amigos: Mascherano es de esos jugadores que durante tres horas a la semana, cuando está sobre el césped, genera riadas de sudores fríos, pero también de los que en la oscuridad del vestuario trabajan, avisan, advierten y controlan al personal. El Jefesito ha hecho de capitán este año y hasta trascendió que arrinconó a Neymar tras caer en el Calderón y decir adiós a la Champions. No le den más vueltas: este tío es un paquete pero con él tendemos a ganar títulos. Por supuesto que queremos que siga, especialmente si hay alguien que pueda sentarle en el banquillo.

Vermaelen. 5. Erasmus. Queridos escolanets, estoy aquí para hablarles de una movida llamada boobluge. El asunto suscita muchas cuestiones antropológicas, con una fundamental: ¿quién cojones tiene el tiempo, el talento y la cara dura de inventar algo así? No hay duda, amigos. Vean la soñolienta expresión de nuestro Erasmus belga y descúbranse ante su genio creativo. Respecto a su rendimiento futbolístico, alguien podría considerar excesivo el aprobado tras otro año intrascendente, pero hizo pocas cagadas cósmicas y a la postre su golito al Málaga nos ha dado la Liga. Sí, amigos, que le traspasen, pero antes rindámosle homenaje y corramos al siniestro Speed Chupito a rendir tributo a los Erasmus del mundo.

Mathieu. 4. Catastrófico. Arrebatarle un Trofeo Barjuan a un Mascherano en plenitud está al alcance de muy pocos. El año de Mathieu ha sido calamitoso teniendo en cuenta su velocidad y sus condiciones físicas. Hay que esforzarse muy mucho para cagarla tanto en tan pocos minutos y de ahí el suspenso. Pero por otra parte, admitamos que no es cosa fácil ser suplente y que nos conmueven los fumadores y las gentes de rictus serios que se permiten su única sonrisa en la celebración de un gol en una prórroga que valió un título. Amigos, queremos un tercer año de Mathieu.

Jordi Alba. 8. Redimido. Seremos claros. El cabrón de Alba falló en los dos goles de La Banda en el Camp Nou y falló en el decisivo gol de Griezmann en la vuelta de las semis. Por mucho menos que eso hemos enterrado personas en Los Monegros. Pero viendo el año entero, hay que reconocerle a Alba que ha sido el mejor lateral del equipo con mucho: nueve asistencias, por tres de Alves, y el defensa titular con menos culpa en los goles en contra. A eso hay que añadir que aquí respetamos muy mucho a quien se presenta a la celebración de los títulos en el Camp Nou sin hijos y con evidente actitud de buscar jaleo nocturno. Pero sobre todo, Alba se redimió con su único gol de la temporada, marcándose un Belletti de manual, en la heroica final ante el Sevilla. Es un golazo mayúsculo, vale un título, y vean cómo lo celebra. Hay por ahí una tendencia asombrosa a afirmar que Marcelo es el mejor lateral zurdo del mundo. Ustedes perdonen, ustedes se aparten, que viene Alba y hay muchos metros a sus espaldas.

Adriano. 3. Jubilado. Cuando uno aparece en demasiadas fotos con Neymar sin ser Neymar, su fútbol se resiente. En la hora del adiós no vamos a linchar a Adriano como merecería por este último año. En esta hora queremos recordar que un día le metió un gol al Espanyol en una final de la UEFA. En esta hora queremos hacer justicia a este secundario de nuestras épocas más doradas. El fútbol, al final, es lo que uno deja para la posteridad y convendrán que no hay por ahí muchos tíos que puedan presumir de haber asistido a La Bestia en el gol que fulminó a la mafia de Mourinho y en la que probablemente es la mejor volea que jamás hizo Messi. En esas dos repeticiones, hasta el fin de los días, vivirá Adriano. Que atraques fuerte allí donde vayas, amigo, y que alcances el estado de embrutecimiento que los de tu nombre merecen.

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