El hombre

Hermanos pequeños

11 julio , 2011

Habida cuenta de que el culebrón Sex oposita seriamente a ser el más aburrido jamás contado, permitan que aborde de nuevo la cansina cuestión de la incomprensión de que es objeto Messi en su patria. ¿Han experimentado alguna vez el latir de las venas de la sien mientras el trabajo de un año de su hermana pequeña es criticado por un profesor de 60 años con coleta? ¿Han sentido ese desprecio infinito por el Código Penal? El fútbol está lleno de casos que prueban cómo los lazos sanguíneos son sagrados, ahora que se cumplen cinco años de esta maravilla conviene recordarlo.

Eso pensaba hoy mientras comprobaba que en la Argentina no sólo no se venera a Messi, sino que hasta los laterales le increpan. Casi dan ganas de que palmen hoy 0-3 y de que la Bestia Parda abandone definitivamente la albiceleste. No hace demasiado, leí en Ara un dato tremendo: Messi ha ganado el doble de títulos que lograron entre Di Stéfano, Pelé, Cruyff y Maradona a su misma edad. Lo que ha hecho en los tres últimos años es una locura, pero nada basta. A nadie se le ocurre mirar a esa medular infame donde han jugado últimamente Jonás o Gago.

Tal es mi indignación con Argentina que ni siquiera me gusta la defensa de Messi que ha hecho Maradona: ¿Qué mierda es ésa de que siente los colores como nadie, de que cuando perdieron en el Mundial era el que más lloraba? Cosas así se pueden decir de Pizo Gómez, de los Diarra, de Gabri, si me apuran. Pero nunca jamás de Messi.

Coda. Hay cosas que son de cajón: nunca peguen a mi hermano pequeño en mi presencia. No porque yo sea un tío peligroso, no. Por el ridículo infinito que les espera.

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