Dicen los agoreros que el Barça tiene una plantilla corta, saciada por el Mundial y por dos años gloriosos de humillación a La Banda. Que muchos de los cracks de este equipo irremisiblemente bajarán su motivación. Darth Vader ya ha avisado deque nuestros treintañeros son unos calzonazos y que no anem bé.
Pero es que La Banda ha alcanzado tales cotas de miseria que uno no puede sino sonreírse y prepararse para el orgasmo de todos los tiempos. ¡Ríanse del 2-6! El Madriz lo fía todo a su camorrista portugués, que en sus primeras comparecencias ha pedido el tiempo que no tuvo Pellegrini y ha dejado ir que
a) el Barça suele jugar contra diez
b) lo bonito del fútbol es acabar el partido sin goles en el marcador.
No negaremos aquí que Mou es un fuera de serie, un hombre que conoce los secretos del dao y además un ganador empedernido. Pero prueben a poner a Bill Gates al frente de un concesionario de monociclos en el Sahara o a Nacho Vidal como estimulador clitoriano de esta bellísima egipcia llamada Hatsepsut. Efectivamente, hasta ellos fracasarían.
¿Quiere eso decir que La Banda no puede ganar nada? No, quiere decir que bien harían de jugar la Copa del Rey con los titulares si no quieren fiarlo todo a su vieja potra europea. La Liga, si no hay accidentes extraños en los dos duelos directos, huele a azulgrana porque también el Barça tiene a un entrenador capaz de motivar a gente que ya lo tiene todo. Un entrenador, por cierto, que sabe que nada es más importante que el balón, y un entrenador a quien no se le conocen rotos en el trasero.
Firmo Albert Martín y nací en Barcelona en 1980. A los cuatro años hablaba de fútbol y estoy atado a las miserias de este equipo desde 1987; los insultos de mi padre y mi tío a once tíos de azulgrana que perdieron 1-2 ante el Sabadell me hicieron 'culer'. Recuerdo confusamente que un día llegó Cruyff y convirtió el suplicio en arte y aquel club oxidado en hoguera de vanidades. En plena pesadilla gaspartiana vi desde Lisboa un Madrid-Barça que La Banda ganó 2-0 con gol de Judas. Luego murió Kubala y comprendí que había llegado la hora de hacerme socio. Para entonces ya sólo podía ser periodista y me acogieron en 'El Mundo', donde publiqué 'El callejón del ocho'. Después me fui a 'Público'. Durante décadas, el Barça implicó lágrimas, culo prieto y miedo a cruzarse con un kiosco. Pero nos quedaba una profecía por cumplir y se sucedieron Ronaldinho, Xavi y Messi para aclarar que éramos 'foda'. Un día de invierno me encontré con que mi Caverna había sobrevivido a mi diario y perdí ciertas vergüenzas: no me importa ya reconocer que sueño fútbol casi todas las noches.
Postdata: Aún tiro caños y no olvido una cosa que escribió Hornby: "La única diferencia que hay entre ellos y yo estriba en que yo he invertido más horas, más años, más décadas que ellos, y por eso comprendo mejor qué sucedió aquella tarde".
4 Comentarios
You must be logged in to post a comment Login