Crueldades del destino: Chus Pereda ha fallecido en la misma semana en que Gaspart irrumpe en sociedad como si no fuera quien es para opinar sobre la inquina de Rosell con Laporta. El señor Burns, recordemos, ha manifestado lo siguiente: «Por encima de cualquier persona está el Barça y hay que hacer lo que sea bueno para el Barça. No retiraría la demanda por las palabras de Guardiola».
Cuando uno escribe sobre Gaspart, debe siempre recordar la demanda millonaria que interpuso contra Quique Guasch, que le llamó corrupto. Exactamente lo mismo hizo el bueno de Pereda, que, recuerden, trató en su día de oponerse al presunto hinchamiento de precios que hacían, según su versión, el ex presidente y Anton Parera (escalofrío por toda la espina dorsal) para aumentar sus comisiones.
El asunto se cerró en falso porque nunca hubo pruebas y ya ven: Pereda fallece a los 72 años, Gaspart opina como si fuera una voz respetable, Parera va a tertulias. Si alguno de ustedes necesita consuelo, o creía demasiado en la justicia universal, les dejo estas sabias palabras del Maus de Art Spiegelman: «La vida elige siempre el lado de la vida, y se culpa a las víctimas. Pero no sobrevivieron los mejores, ni murieron los mejores. ¡Fue el azar!»
Descanse en paz y sepa que mucho o poco, su verdad ha pervivido.
Firmo Albert Martín y nací en Barcelona en 1980. A los cuatro años hablaba de fútbol y estoy atado a las miserias de este equipo desde 1987; los insultos de mi padre y mi tío a once tíos de azulgrana que perdieron 1-2 ante el Sabadell me hicieron 'culer'. Recuerdo confusamente que un día llegó Cruyff y convirtió el suplicio en arte y aquel club oxidado en hoguera de vanidades. En plena pesadilla gaspartiana vi desde Lisboa un Madrid-Barça que La Banda ganó 2-0 con gol de Judas. Luego murió Kubala y comprendí que había llegado la hora de hacerme socio. Para entonces ya sólo podía ser periodista y me acogieron en 'El Mundo', donde publiqué 'El callejón del ocho'. Después me fui a 'Público'. Durante décadas, el Barça implicó lágrimas, culo prieto y miedo a cruzarse con un kiosco. Pero nos quedaba una profecía por cumplir y se sucedieron Ronaldinho, Xavi y Messi para aclarar que éramos 'foda'. Un día de invierno me encontré con que mi Caverna había sobrevivido a mi diario y perdí ciertas vergüenzas: no me importa ya reconocer que sueño fútbol casi todas las noches.
Postdata: Aún tiro caños y no olvido una cosa que escribió Hornby: "La única diferencia que hay entre ellos y yo estriba en que yo he invertido más horas, más años, más décadas que ellos, y por eso comprendo mejor qué sucedió aquella tarde".
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