Balance

Las notas (I). Pasen y meen.

7 junio , 2013

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Sí, amigos. Son ya tres años en que en este foro señalamos a la defensa del Barça como legítima escisión de las Madres Carmelitas Descalzas. Ocurre, sin embargo, que este año han saltado por los aires todos los récords y nos hemos plantado en unos estratosféricos 70 goles encajados, cuando el pasado año cayeron 48. Eso ha ocurrido en un equipo que desde Chigrinsky no ficha un solo central. Contra todo pronóstico, La Bestia Parda no ha ajusticiado aún a ningún defensa en pleno partido. Pero no sufran; esta Caverna está siempre a punto para pasar el mocho por los rincones más infectos.

Valdés. 4. Prescindible. Medio año deprimidos ante la inminente salida del mejor portero de nuestra historia y medio año asistiendo, alucinados, a cómo Valdés se convertía en un fibromiálgico funcionario de correos. Ni paradas milagrosas, ni manos decisivas en los días grandes. Le echaremos de menos, mucho, pero no será por esta última temporada que se ha marcado el pupilo de don Ginés de Carvajal.

Pinto. 7. Serio. Sí, amigos. El de la coleta, las gafas de sol, la mierda esa del techno y el apodo made in Puerto de Santa María. Él, y no otro, ha sido de lo más presentable que hemos tenido este año en la pocilga de la zona defensiva. Ojalá renueve, aunque sólo sea por seguir asistiendo al espectáculo maravilloso de verle celebrar cada gol como si fuera una final de Champions; aunque sólo sea porque se ha convertido en el detector de tribuneros más preciso de toda Barcelona.
Alves. 6. Orgulloso. El mejor lateral que hemos visto jamás empezó el año a lo Gabri: lamentable en ataque y atolondrado en defensa. Pero cuando ya nos habíamos acostumbrado a disculparle en su traumático pasado amatorio, a partir de enero regresó. No a su mejor nivel, pero sí al del veterano orgulloso con 22 títulos en su vitrina que quiere aún el 23º. Acaba el año con un buen porrón de errores defensivos (duplica su peor marca). Retengan otro dato dato: en la 2010-2011 acumuló 23 goles+asistencias, la pasada campaña la cifra se redujo a 18, este año se ha quedado en 11: ¡Han cantado decadencia, amigos! Pese a todo, ha sido de los mejores allá atrás. Su futuro sólo lo conoce él. Hay quien da por hecho que huele a jeque afrancesado; otros le ven de supernanny.

Montoya. 3. Ausente. A esta Caverna han llegado los rumores de que si los jóvenes no juegan es porque las vacas sagradas hacen las alineaciones. Pero dichas maledicencias no están confirmadas, y por lo que a nosotros respecta, el entrenador del equipo sigue siendo el más interesado en que jueguen los buenos. Montoya, lateral de raza, con unas condiciones excepcionales, no ha aparecido este año. Pueden ustedes pensar lo que quieran al respecto, pero sean cautos, no sea que les roben la cartera.

Piqué. 4. Rosellista. Repasen ustedes los tres enfrentamientos consecutivos contra La Banda en invierno. Observarán que Tywin Lannister fue culpable de cuatro de los seis goles encajados. No contento con ello, cerró el asunto atacando a Guardiola como si fuera un vulgar Freixa. Piqué, qué lástima, cumple a la perfección el viejo adagio de que a menudo a un futbolista hay que medirle por lo que hace (y sobre todo por lo que no hace) en los entrenamientos más que por lo que se le ve cuando hay cámaras delante. Para acabar de empeorarlo, ya es admitido y oficial que El Cumbias es el hombre de Rosell en la caseta. Su año ha sido indecente para alguien que, no hace tanto, era el mejor central que habíamos visto.

Puyol. 4. Desaparecido. Sería precioso que una sola vez en la vida Puyol contara la verdad en público. Que dijera qué entiende él por un capitán. Que explicara por qué se hizo el longuis ante el festival en que se convirtió el vestuario mientras Tito estaba en Nueva York. Que enumerara las razones por las que se hizo operar en el peor momento; que diera su opinión sobre el presidente y su directiva. Pero eso no va a ocurrir, ya no. Igual que no ocurrirá tener un central greñudo que intimida, corre más que alguno de los líniers y mantiene una cierta dignidad profesional.

Mascherano. 4. Estratosférico. Con algunos jugadores es de lamentar que tengan que aparecer por los entrenamientos y mantener contacto con los compañeros. Con otros, la tristeza viene por tener que verles de corto de vez en cuando. Mascherano cierra un año abominable en que  supera su propia plusmarca; ha sido el culpable directo de hasta 14 goles en contra. Ya saben ustedes que El Jefesito es un profesional digno de toda admiración y una pieza valiosa en el vestuario. Pero ha multiplicado por cinco el horror que en su día protagonizó el probe Chigrinsky.

Bartra. 4. Ma-lo. Sabe mal hablar así de un chaval de la casa, pero seamos claros: cas-ta-ña. Bartra no ha jugado apenas; a entender de este foro ha jugado demasiado. Cuentan que en agosto se enzarzó en un entreno con Messi. Si hubiera auténtica justicia en el mundo, sólo por eso podríamos haberle deportado. Por si no hubiera bastante, ocurre que el infatigable lobby nuñista de la ciudad le ha adoptado, y durante 10 putos meses ha sido imposible salir a la calle sin que decenas de ancianas moribundas le preguntes a uno «Què passa amb en Bartra?«. La respuesta era siempre la misma. «Señora, pasa que es malo».

Adriano. 7. Digno. Sí, amigos, Adriano se lesiona mucho y por esa razón nos granjea chistes formidables sobre su persona. Pero dicen los números que ha sido de los menos malos en defensa y de los mejores en ataque. Es un tío serio, que se ha comido dignamente el marrón de hacer de central y que ha atacado con criterio por la derecha y por la izquierda. Merecidísima renovación la suya. Y sí, se rompe mucho; ojalá les pasara a otros.

Abidal. S/C. Ejecutado. El fútbol se inventó para transmitir sentimientos y por eso Abi es un superhéroe. Le perdemos, pero ha hecho un último servicio al barcelonismo desemascarando al clan del tóner. Veremos de qué es capaz el próximo año; él mismo ha lanzado hoy un aviso: «Estoy mejor que hace dos años».

Jordi Alba. 8. Acelerado. No les engañaré: la frialdad de los números asegura que su año, en defensa, ha sido pobre. Pero el fútbol es mucho más que eso. Su presencia en la banda izquierda se ha bastado para revigorizar a un equipo demasiado previsible y para dar adrenalina a un ataque oxidado. De lo mejor que nos ha ocurrido en los últimos tiempos. Si un día aprende a cerrar el segundo palo, estamos ante un futbolista que marcará una época.

Fontàs. 0. Insular. Es posible que sostengan ustedes que este año no ha jugado en el Barça, que ha estado calentando el banquillo del descendido Mallorca. Tal vez. Pero qué quieren que les diga: si la cosa va de letrinas, él no puede faltar.

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